Alianza opositora desnuda: su única propuesta es aspirar a una segunda vuelta

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SANTO DOMINGO, RD.- El último esfuerzo mostrado por el conjunto de los grupos congregados en lo que se han dado en llamar Alianza Opositora para el Rescate de la República Dominicana fue prueba de un nuevo fiasco.

La única novedad fue ver a Danilo Medina, inmutable y mudo, dándole la mano a su eterno y particular rival Leonel Fernández.

La realidad de ese encuentro con pretensión unitaria ha sido un gesto lleno de mensajes confusos.

Llamaron a la prensa para ratificar el anuncio previo de la Junta Central Electoral de que los grupos asociados en esa coyunta política, tienen que ir con candidatos presidenciales, cada quien por separado. Pero ese paquete de aspirantes prefiere llamar su operativo como “una acción conjunta”.

En contraste, la reunión y sus anuncios de la “alianza rara” permiten que trascienda con más relieve que nunca, que el candidato oficialista Luis Abinader, ha estado corriendo con zancadas de a trechos, hacia la meta de permanecer al frente y en control del Estado dominicano.

La oposición política sigue siendo incapaz de meterle un palo entre las ruedas a los candidatos Abinader y Raquel Peña que pueda trastornar el resto de la ruta a recorrer hasta las elecciones generales del inmediato 19 de mayo.

Como es lógico suponer los aliancistas no exhibido, ni juntos ni separados, planes de gobierno ni propuestas. Su alcance propagandístico se limita a la crítica. Pero crítica pura y simple, con rispidez cada vez más amenazante, envuelta en una consigna hueca de que “los días de este nefasto gobierno, están contados, porque de que se van, se van”.

Insisten que las elecciones municipales no las ganaron el Partido Revolucionario Moderno y su veintena de grupos que lo acompañaron, sino quienes no acudieron a votar. Un insólito razonamiento.

Van separados a la primera vuelta, pero con aspiraciones de unificar candidatura para una eventual segunda vuelta que todas las encuestas definidas hasta el momento advierten que no se dará. Esperan que su precaria fortaleza les alcance para respaldar al candidato que más cerca quede de quien ganare primero.

El acto en sí, fue un operativo en total desorganización. Miguel Vargas Maldonado sigue siendo el vocero del grupo, en representación del Partido Revolucionario Dominicano. Aunque tenía las manos libres, una le era suficiente para enviscarse la botellita de agua potable entre respiro y respiro de su discurso solitario de veinte minutos. Estaba hablando en nombre de Leonel Fernández (de la Fuerza del Pueblo) y Abel Martínez (del Partido de la Liberación Dominicana).

Vargas Maldonado, al término de su exposición echó manos de la memoria de Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, pero lo hizo como quien está chupando un hueso seco, despojado de toda masa. En el marco de un grito desesperado porque creen que el Gobierno se va a quedar con los fondos de ley que corresponden a los miembros de esa alianza. Fueron ante el Tribunal Superior Administrativo, organismo que rechazó la presión para que se pusiera de su parte.

Estamos ante una oposición aturdida. No esperaban que un gobierno como el del PRM y Abinader, sin experiencia de reeleccionismo, pudiera repetir el ejercicio del Poder, sin acudir a las trampas tradicionales.

Pero, la verdad monda y lironda es que Abinader agotó su período sembrando obras y amores. Obras son amores y no buenas razones: lo que significan las obras de infraestructura es que la economía ha crecido a un promedio anual del 6.43%, del 2021 al 2023. Sólo el pasado años 2023, el país cerró con un crecimiento del 2.4%, una de las economías más dinámicas de la región.

Infraestructuras que en 2020 dispararon el Producto Interno Bruto de la República Dominicana de 78,923 millones de dólares, ya, en 2023 estaba en los 120,629 millones. De una renta per cápita de 8,583 dólares en 2019, a 11,156 en 2023, con un incremento del 30%, pasando a ser la séptima economía de la región, por encima de Ecuador, país atrapado en el ardid de la dolarización y el narcoterrorismo.

Es una oposición política que no está en condiciones de acudir a las elecciones de mayo, lo que es motivo de preocupación en franjas cada vez más amplias de la sociedad.

A juzgar por la secuencia de sus lloros y cuestionamientos nerviosos en busca del descrédito del debido proceso, ha querido llegar al colmo, cuando presionan a la JCE, para marginarla de las leyes y reglamentos vigentes, saturando el ambiente de confusión y acusaciones sin pruebas.