Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO, RD.- En un escenario político marcado por la incertidumbre y la competencia, la oposición ha revelado su estrategia más claramente que nunca: aspirar al segundo lugar. Esta revelación se hizo evidente durante una reciente rueda de prensa, donde representantes de diversos partidos de oposición expresaron su convicción de que habrá una segunda vuelta electoral. Sin embargo, lo que resultó aún más revelador fue su anuncio de respaldar a cualquiera de ellos que logre clasificar para esta segunda vuelta.
Esta declaración arroja luz sobre la realidad política del país: la oposición parece resignada a aceptar su papel como el eterno contendiente, siempre aspirando al segundo lugar pero nunca alcanzando el poder. ¿Qué mensaje envía esto al electorado? ¿Qué señal de liderazgo y visión proyecta hacia el futuro de la nación?
La verdadera pregunta que debemos hacernos es por qué los partidos de oposición no están dispuestos a asumir un rol más proactivo y ambicioso en la política nacional. ¿Es acaso una falta de confianza en sus propias capacidades para liderar? ¿O es simplemente una táctica calculada para mantenerse en la periferia del poder, evitando la responsabilidad de gobernar y enfrentar los desafíos que ello conlleva?
Mientras tanto, los partidos dominantes, como el PLD, el PRD y el FP, continúan consolidando su dominio político. Sin embargo, su permanencia en el poder no está exenta de controversia y crítica. La falta de unidad sincera dentro de estos partidos ha llevado a divisiones internas y luchas por el poder, debilitando su capacidad para abordar eficazmente los problemas que aquejan al país.
Es evidente que para que la oposición pueda ofrecer una alternativa real y efectiva al gobierno actual, es imperativo que estos partidos dejen de lado sus diferencias y trabajen juntos en pos de un objetivo común: el bienestar del pueblo. La unidad sincera y la cohesión son fundamentales para construir una oposición fuerte y viable, capaz de desafiar el status quo y ofrecer soluciones reales a los problemas del país.
En última instancia, mientras la oposición siga conformándose con el segundo lugar y no asuma un compromiso genuino con la unidad y el cambio, seguirá relegada al margen del poder, dejando a la nación sin una verdadera alternativa política y perpetuando un ciclo de estancamiento y mediocridad. Es hora de que la oposición deje de conformarse con ser simplemente la sombra del gobierno y aspire a liderar con visión y determinación hacia un futuro mejor para todos los ciudadanos.