Por Balbueno Medina
La desconexión que evidenciaron las últimas cuatro elecciones que ha tenido el país, han demostrado que la oposición política debe reflexionar sobre el rumbo que debe tomar en los años porvenir.
Es lamentable que fundamentalmente los suscribientes de la alianza Rescate RD, se hayan empecinado en quererle hacer creer a la población dominicana que los triunfos obtenidos por el PRM, se han debido a la compra de votos y a las abstenciones que se han producido en cada uno de esos procesos, cuando saben que no es así.
Lo mismo hizo durante la campaña electoral, en medio de la cual trataron de confundir e infundir temor a la población queriendo responsabilizar al presidente Luis Abinader y al PRM de ser los responsables de la carestía de los alimentos y de haber arremetido contra los motoristas calificándolos de plagas, cuando tampoco fue cierto que el mandatario se refiriera a ese sector en esos términos.
La verdad es que la mayoría de los dominicanos ha descodificado el código de mentiras al cual nos tuvo acostumbrado el PLD durante sus diferentes gobiernos y a la forma errática de hacer campañas sucias, que en el pasado le dieron muy buenos resultados y que ahora les resultan asqueaste a la sociedad dominicana de hoy.
Recordamos como regreso el PLD al poder en el año 2004, responsabilizar al gobierno de entonces presidido por Hipólito Mejía, de la quiebra bancara del 2003, cuando sabía que la principal institución financiera que produjo el descalabro del sistema financiero en ese momento venía arrastrando esas dificultades desde que absorbió el quebrado Banco del Comercio, que posteriormente paso a llamarse Baninter.
Mientras eso sucedió y lograron confundir por varios años a la sociedad dominicana, los diferentes candidatos del PLD se fueron alternando y como sintieron que carecían de una oposición fuerte capaz de desplazarlos del poder, comenzaron a conspiran entre si y se enfrentaron en un duelo personal que termino con destronar el imperio que habían creado hasta el 2020 por las ambiciones de poder que los dos principales líderes de esa organización política lograron acumular durante los 20 años de gobiernos que presidieron.
No obstante, el detonante mayor de la crisis de confianza y credibilidad en que ha caído la marca PLD, dividida en las alas morada y verde, obedece a los hallazgos de corrupción que se han descubierto de los gobiernos que durante 20 años tuvo el partido fundado por el profesor Juan Bosch, cuyos escándalos todavía mantienen asombrados a la gran mayoría de los dominicanos.
Ante la negativa del pueblo dominicano de correr el riesgo de confiar el poder público a esa oposición, hoy sin ningún razonamiento lógico ni creíble, se han inventado la acusación de que el PRM, busca instaurar un sistema de partido único en el país, cuando contrario a lo que ellos le quieren atribuir, ha propiciado la unidad de todos los partidos del sistema en la búsqueda de solución de los problemas nacionales a través de la aprobación de las reformas que necesita la nación en estos momentos.
La actitud asumida por la oposición frente a la invitación del gobierno para que participe en el conocimiento de las doce reformas que ella misma boicoteo por razones políticas porque nos encontrábamos en medio de la campaña electoral, es lo que la muestra desorientada y sin perspectivas claras sobre lo que aspira para la nación dominicana y eso verdaderamente se convertirá en la excusa necesaria de la disolución de los partidos que han decidido tomar ese rumbo equivocado.
La oposición no pueda culpar al gobierno y al presidente Luis Abinader, de su descalabro y de su eventual disolución, porque ambos han apostado al sostenimiento y fortalecimiento de esas estructuras organizativas para garantizar el equilibrio de las fuerzas democráticas de la nación que permitan una convivencia en la cual cada una juegue su papel por el bien colectivo mediante el aporte de sus recursos más valiosos.
En ese sentido, la oposición se encuentra en la imperiosa necesidad de hacer una introspección que le permita revisarse asimismo y que le ayude a cambiar de rumbo para que pueda superar el lastre que le ha venido afectando como consecuencia de un enfoque político y propagandístico divorciado de la realidad actual que vive la población dominicana y que le ha permitido al presidente Abinader y al PRM afianzarse cada vez más en el gusto y sentimiento de la mayoría de los dominicanos que anhelan vivir en una patria mejor.