Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO ESTE, RD.- En la profesión de comunicador social, la responsabilidad primordial es actuar como un informador ciudadano de los hechos históricos y políticos. Esta labor demanda un compromiso inquebrantable con la verdad y la imparcialidad.
Es crucial mantener la ética profesional al informar a los ciudadanos, evitando condenar o defender posiciones personales que puedan distorsionar la realidad. El comunicador social tiene el deber de opinar e informar de manera equilibrada y objetiva, permitiendo que los lectores puedan formar sus propias conclusiones sin influencias sesgadas.
Manuel Jiménez se destaca como una figura política con potencial histórico, cuyo legado probablemente ocupará un lugar destacado en la memoria colectiva. A lo largo de su carrera, Jiménez ha demostrado una capacidad única para influir en el panorama político y social de su entorno, lo que lo convierte en un sujeto de gran interés para los estudiosos de la historia contemporánea y el análisis político.
Es fundamental recordar que al adoptar posturas de castigo o defensa simultáneas, se pierde automáticamente la objetividad necesaria para un periodismo ético y transparente. Un comunicador social debe resistir la tentación de inclinarse hacia un lado de la balanza, ya que hacerlo socava la confianza del público y compromete la integridad de la información proporcionada.
La labor de un comunicador es, por tanto, un ejercicio de equilibrio constante, donde la honestidad y la responsabilidad son las guías fundamentales. Un periodismo ético y objetivo no solo protege la integridad del comunicador, sino que también salvaguarda la imagen y la credibilidad de los sujetos involucrados.
Dejemos que el tiempo coloque a Manuel Jiménez en el lugar que le corresponde y continuemos informando con la integridad y profesionalismo que la sociedad merece. El papel del comunicador social en nuestra sociedad es vital para el mantenimiento de una democracia saludable y un público bien informado.
La figura de Manuel Jiménez, con su impacto y legado, representa un ejemplo claro de los temas que los comunicadores deben abordar con la máxima objetividad y rigor. Al hacerlo, cumplen con su misión de ser verdaderos guardianes de la verdad y la ética en el ámbito informativo.