Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO, RD.- En el programa Con Punto & Coma… que produce el sociólogo y comunicador, Juan Cruz Triffolio, el Padre José María Guerrero, conocido cariñosamente como el Padre José en el sector El Caliche de Villa Duarte, compartió una reflexión profunda y conmovedora sobre temas como la espiritualidad, el ateísmo y la Navidad.
Su intervención, rica en contenido humano y social, no solo abordó aspectos teológicos, sino que también ofreció una mirada crítica hacia la realidad socioeconómica de República Dominicana.
El Padre José recordó sus días iniciales en la parroquia de Villa Duarte, una época marcada por el deseo de servir a la humanidad inspirado por el carisma de San Francisco de Asís.
Habló de los votos que rigen la vida de los franciscanos: pobreza, obediencia y castidad. Estos votos, explicó, no son solo compromisos religiosos, sino un camino para vivir en solidaridad con los más vulnerables.
Sin embargo, su mensaje trascendió lo doctrinal. Narró una experiencia reciente mientras cruzaba el puente Francisco Rosario Sánchez, desde donde observó la realidad de los barrios empobrecidos a orillas del río Ozama.
Allí, dijo, encontró el rostro más crudo de la pobreza. «Los pobres no existimos ni para el Estado ni para la clase empresarial; subsistimos, pero no vivimos», expresó con una mezcla de dolor y convicción.
El Padre José, formado en la época de la teología de la liberación, reafirmó su compromiso con los ideales que lo inspiraron en su juventud. Citó a Gustavo Gutiérrez, considerado el padre de este movimiento, y denunció la pobreza material como una «maldición histórica» que contradice la voluntad divina.
«Dios no quiere que ningún ser humano viva en una choza, sin acceso a educación ni salud de calidad. Es nuestra responsabilidad como sociedad cambiar esa realidad».
Este mensaje, lleno de espiritualidad y denuncia, resuena como un llamado urgente a la acción. En palabras del Padre José, la fe no puede ser un refugio pasivo, sino un motor para transformar las injusticias que golpean a los más débiles.
Su intervención nos invita a reflexionar no solo sobre nuestras creencias, sino sobre cómo estas se traducen en un compromiso activo con los demás, especialmente con aquellos que han sido olvidados.
