Por Miguel Espaillat
1 – La mayoría de los políticos y empresarios nuestros (y por lo que veo, los de todo el planeta) han echado a un lado aquellas enseñanzas de no matarás, no robarás, no mentirás. Sin embargo, en sus altas funciones ministeriales, los políticos como algo natural y legal abultan el presupuesto de una obra o de una compra para robarse hasta más del 50%. Así, la obra de 10 mil millones termina costando hasta 20 mil millones. Por igual, la compra de 5 mil millones termina valorada en 10 mil millones. Y el empresario, aparte de robar el sudor al obrero, y vender a sobreprecio, también evade su responsabilidad fiscal y arancelaria. Por tal razón se hacen necesarias las reformas fiscales; los servicios básicos son un desastre y en los hospitales hay carestía de todo, a tal punto, que la gente pobre muere allí, hasta por la falta de un antibiótico. A todo esto, ellos mienten todo el tiempo, alardeando públicamente de ser honorables, honrados y cristianos. Y si alguien les resulta un estorbo para sus objetivos mafiosos, entonces pagan a un sicario para quitar del medio a ese lastre. En resumida cuenta, robar, matar y mentir es una realidad en la política mundial, pero en nuestro país, esta realidad es grotesca y exponencialmente bárbara y obscena.
2 – ¡Políticos y empresarios ladrones! ¡Nunca se conforman con todo el dinero que ya tienen! Siempre recurren a maneras macabras para hacer más dinero, sustrayendo a manos llenas lo que es del pueblo. Y lo hacen porque no son unos «pendejos». En esta situación, la inicua distribución de la riqueza campea por todo el territorio nacional. La mala alimentación, el hambre y todo tipo de carestía niegan día a día una existencia digna al 80% de la población del país. Mientras tanto, la vida de los políticos y empresarios que se confabulan para robar a la patria y al obrero el sudor, es infinitamente disímil. La del pueblo es una vida paupérrima, mientras que los políticos y empresarios señalados, nadan en la abundancia con lo robado a sus congéneres.
3 – Con tales fortunas y mentalidad pecaminosa, son prisioneros de la angurria y la codicia. Son insaciables en su sed de dinero y poder. Ellos han dirigido sus vidas por los caminos de la concupiscencia. Así tienen dinero para gastar a manos llenas por mil años; lo único es que no vivirán por tanto tiempo. Quizás, lo que les queda de vida en este mundo no sea más de 20 o 25 años, con la agravante de que cuando mueran, no se llevarán nada consigo. Las fincas y capitales mal habidos en bancos, los carros y relojes de lujo, las grandes mansiones, y todo lo material conseguido vendiendo el alma al diablo, todo se quedará en este mundo, a lo mejor para disfrute, de un vástago, que, para su condenación, seguirá impúdico el ejemplo de su padre, que no le enseñó a hacer tesoros en los cielos, donde el moho y el hollín no corrompen ni pudren.
4 – Peor aún, con tanto dinero, ellos no pueden comprar el reino celestial de salvación y vida eterna prometido a los justos y misericordiosos. Todo ese dinero, tampoco les servirá para sobornar ni comprar a quien sustenta y preside la justicia incorruptible que sabemos que impera en el cosmos. A ellos, como a todos, les acontecerá la muerte, y el día del juicio final resucitarán entre los muertos, para dar cuenta de los hechos de sus vidas ante aquel tribunal cósmico supremo, frente al cual la sentencia es justa, implacable e inapelable.
Estás forrado con dinero robado: ¿y al final, qué?, si polvo eres y en polvo te convertirás
5 – A sabiendas de que el reino de los cielos prometido es solo para todos aquellos que han tenido humanidad, que fueron justos, honrados y misericordiosos, y que practicaron el mandamiento de amaos los unos a los otros, al tenor de esta reflexión solo resta preguntarnos: a tantos hipócritas, que dicen ser cristianos, que van a misa, confiesan y comulgan, y que incluso hasta rezan el “Santo Rosario”, y que creen en la Biblia como la palabra de Dios, ¿qué les espera en el más allá, a todos esos miserables de espíritu que han matado, robado, mentido y explotado a sus congéneres, y que además, con sus acciones han renegado de los mandatos del Dios en que ellos dicen creer, adorar y servil? ¿Así como ocurre en la tierra, en los tribunales celestes, habrá impunidad para todos ellos?
A mis lectores les dejo la palabra…