Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO, RD.- Juan Cruz Triffolio ha alzado su voz con justa preocupación ante lo que considera una grave falta de atención y una administración desastrosa del Plan Social de la Presidencia. Este programa, que debería ser una herramienta de esperanza para los sectores más vulnerables, se ha convertido, según sus palabras, en una «entelequia», alejada de la sensibilidad y el compromiso que demanda la política social del gobierno.
La queja central de Triffolio radica en la evidente desconexión entre la realidad de los dominicanos más pobres y las decisiones tomadas desde las oficinas del Plan Social. Encabezado por Yadira Henríquez, este programa parece operar con una concentración de poder que impide soluciones rápidas y efectivas.
Las necesidades urgentes de las comunidades, como alimentos básicos y asistencia social, se ven obstaculizadas por una burocracia insensible que no refleja los valores del presidente Luis Abinader ni su supuesto interés en servir a los más necesitados.
Triffolio no se detiene en críticas vacías; su llamado al presidente es directo y urgente. Sugiere que Luis Abinader debería tomar acciones inmediatas, incluso llegando al extremo de realizar visitas encubiertas al Plan Social, para verificar de primera mano las falencias del programa. «El presidente debe disfrazarse, dar una vuelta y comprobar por sí mismo lo que está ocurriendo», afirma con énfasis.
Se mencionan situaciones específicas que evidencian la falta de capacidad y voluntad en el manejo de los recursos. Por ejemplo, la dificultad de obtener apenas 100 fundas de alimentos para niños y ancianos necesitados, o la entrega de cantidades irrisorias de productos esenciales que no cumplen con las expectativas mínimas.
Según Triffolio, dirigir una institución como el Plan Social requiere algo más que experiencia técnica; demanda sensibilidad humana. Si los funcionarios no entienden la realidad de la pobreza en el país, no deberían estar a cargo de una política social que, en teoría, busca aliviarla.
El mensaje final es claro: si el gobierno de Abinader no aplica políticas sociales efectivas y humanas, corre el riesgo de perder no solo el apoyo del pueblo, sino también la oportunidad de consolidar una obra gubernamental valiosa. Es hora de despertar, de revisar las acciones de sus funcionarios y de priorizar el bienestar de quienes más lo necesitan.