RÍO DE JANEIRO, BRASIL.- El trabajo doméstico está en vías de extinción en Brasil, donde se ha convertido en un servicio cada vez más escaso y caro por el mayor acceso de la población de baja renta a la educación y el aumento de la oferta de empleo en otras áreas.
La dificultad para contratar trabajadores domésticos estriba en el poco interés por el oficio, generalmente ejercido en jornadas de más de doce horas o durmiendo en casa del empleador, y en la posibilidad que tiene la mano de obra menos capacitada de encontrar otras fuentes de ingresos, según los analistas.
«Como en toda profesión, las personas quieren mejorar el nivel de vida, y como el país está pasando por un buen período (económico), con más oportunidades de estudio, algunos consiguen una capacitación que les permite obtener mejores trabajos», dijo la directora del Sindicato de Empleados y Trabajadores Domésticos de Sao Paulo, Eliana Gomes Menezes.
Datos del estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE) muestran que el número de trabajadores domésticos en Brasil bajó en sólo dos años de los 6,9 millones que había en 2009 a 6,2 millones en 2011.
Según el IBGE, pese a que esa actividad aún es una de las peor remuneradas del país, el salario de los domésticos aumentó un 56 por ciento entre 2003 y 2012 en términos reales, frente al incremento del 29 por ciento del sueldo de los demás trabajadores.
Ese aumento beneficia principalmente a las mujeres, que representan el 90 por ciento de los trabajadores domésticos, y a las de raza negra, que son el 60 por ciento de la empleadas del hogar, oficio que algunos historiadores y sociólogos consideran un resquicio de la esclavitud.
Para la diputada y exministra de Asistencia Social Benedita da Silva, el mayor acceso de las mujeres a la educación y la posibilidad de encontrar empleo en actividades como la construcción civil y el comercio, hace que el trabajo doméstico quede en segundo plano.
«¿A quién le interesa vivir como doméstica en casa de otra familia si puede conseguir un empleo mejor remunerado, con todos los derechos, y trabajando sólo ocho horas diarias de lunes a viernes?», se pregunta.
Según el IBGE, en 2003 el 9,8 por ciento de los empleados domésticos brasileños había realizado once años o más de estudios, que equivalen a haber completado la secundaria, y el año pasado ese nivel de escolaridad ya lo alcanzaba el 21,7 por ciento.
A la escasez de mano de obra se puede sumar en breve una caída de la oferta de empleos por la entrada en vigor de una legislación que aumentará significativamente el coste de ese servicio.
El pleno del Senado aprobó el pasado martes por unanimidad una enmienda a la Constitución que concede a los trabajadores domésticos los mismos derechos de los demás trabajadores, incluyendo el pago de horas extras, dominicales y cesantías. La enmienda sólo depende de una segunda votación en el Senado para ser sancionada como ley.
«Se trata de la segunda abolición de la esclavitud de Brasil. El trabajo doméstico era tratado como esclavo: sin remuneración, sin derechos», celebra Gomes Menezes.
Sin embargo, Mario Avelino, presidente de Doméstica Legal, gremio que representa a los empleadores, alerta de que, a causa del aumento de los costes laborales, la nueva legislación pone en riesgo el trabajo de unos 815.000 trabajadores.
«El coste para el empleador no subirá tanto. No creemos en ese despido masivo», argumenta, por su parte, Gomes Menezes, quien recuerda que sólo el 29 por ciento de las domésticas tiene contrato de trabajo en Brasil.
«La nueva ley aumentará la formalidad laboral porque las empleadas tendrán medios para exigir todos sus derechos», dijo la diputada Da Silva, que fue ponente de la enmienda constitucional en la Cámara.
Según Doméstica Legal, en Río de Janeiro, donde por ley el salario mínimo para un empleado doméstico es de 802,53 reales (unos 400 dólares), el coste mensual para el empleador incluyendo el pago de los nuevos derechos llegará a 1.300 reales (unos 650 dólares).
Para los especialistas del IBGE, si el salario de los domésticos representa el 10 por ciento del presupuesto familiar, sólo el 5 por ciento de las familias brasileñas podrá pagarlo, con lo cual la tendencia es que los empleados del hogar empiecen a trabajar como autónomos y a cobrar por días, como ocurre en EEUU y otros países.