MIAMI.- Han pasado 10 años desde que Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso de la Santísima Trinidad, más conocida como Celia Cruz, dejó este mundo lleno de ¡Azúcar! para subir al cielo con su guaguancó.
La ‘Reina de la Salsa’, la ‘Reina del Guaguancó’, la ‘Guarachera de Cuba’, dejó una huella imborrable en el mundo de la música cuando falleció, el 16 de julio de 2003, luego de perder la batalla con un tumor cerebral.
Celia se inició en la música cuando era muy niña. Cantaba en las radios cubanas para ganar premios y llevarlos a su hogar.
Su gran oportunidad llegó en 1950, cuando ingresó a la Sonora Matancera como la voz principal. En esta orquesta conoció al gran amor de su vida, su esposo Pedro Knight. Su ‘cabecita de algodón’ –como ella lo llamaba– la acompañó hasta el fin de sus días.
En la década del 60 viajó con la agrupación a México, sin imaginar que nunca volvería a su querida Cuba. La posición anticastrista de Celia le cerró las puertas de su propio país.
Luego de 15 años en la Sonora Matancera, Celia empezó una carrera como solista. La intérprete se unió al timbalero Tito Puente, con quien creó una de las duplas más importantes de la música latina.
A principios de los 70, la artista hizo su debut en la salsa.
Pasó a formar parte de la Fania All Stars y trabajó con Johnny Pacheco.
Países como España le abrieron los brazos. Allí entabló amistad con la cantante ibérica Lola Flores, con quien grabó el popular tema Burundanga.
En los últimos años de su vida, Celia vio crecer su popularidad entre las nuevas generaciones al experimentar con nuevos ritmos. Muestra de ello fueron sus éxitos La vida es un carnaval y La negra tiene tumbao.
Celia Cruz vivirá por siempre en la memoria popular. Y desde el cielo seguirá celebrando la vida como un carnaval y con mucho ¡Azúcar!