SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- Amo mi país como el que más pero sin hiperbolizar ni soñar ser recordado como el papá de los patriotas dominicanos.
Insisto en que está tierra hermosa, enclavada en el epicentro del Caribe, es de todos y todas.
En ella tienen un espacio merecido, no sólo los dominicanos honestos, trabajadores y dignos, si no también aquellos extranjeros que respetando nuestras normas, cultura, tradiciones, creencias y leyes, escogen como terruño para el sano esparcimiento o escenario para una nueva vida, la Patria de Duarte, Caamaño y Luperón.
Todos son bienvenidos sin importar el color, su historia o creencias, siempre y cuando entiendan somos un país libre y soberano, con una constitución que nunca deben mancillar.
República Dominicana es una tierra hermosa donde habita un pueblo hospitalario, alegre, no obstante los pesares, pero además, receptivo para la hermandad.
Siendo así, todos, absolutamente todos, los que vienen, los que se quedan y los que hemos nacidos en acá, estamos llamados a respetar las leyes, con sus altas y bajas, pero leyes al fin.
Por tanto, resulta inadmisible desde cualquier punto de vista, que un grupo de nacionales haitianos, en la comunidad de Santa Lucía, El Seibo, se haya prestado a incendiar la Bandera Nacional, símbolo patrio al cual reverentemente, extranjeros y criollos, estamos llamados a respetar por todo cuanto representa en términos de sacrificios, libertad y democracia.
Es cierto que algunos malvados nacionales, que lucen no merecer el calificativo de dominicanos y dominicanas, han protagonizado, en otrora, barbaridades similares con el paño tricolor de República Dominicana, pero eso, de ningún modo, justifica la oprobiosa y censurable actuación de los haitianos en referencia.
Lo mismo es aplicable en caso de ser observado el mencionado comportamiento, por parte de algunos imprudentes dominicanos, en detrimento del icono patrio haitiano.
Ya es tiempo del ejemplo..!!
Las autoridades están llamadas a responder la solicitud que, frente al caso en cuestión, ha formulado el Instituto Duartiano.
Nuestra Constitución y Soberanía no debe ser lacerada por nada ni nadie.
Los diálogos con sordos predispuestos nunca han llegado a una conclusión feliz, independientemente de quién los promueva.
Vayamos a la acción.
Alguien debe ponerle la tapa al pomo, pero eso sí, urgente..!!