Por Luis Amadís
NEW YORK.- Desde que asumió el poder en agosto del 2012, el presidente Danilo Medina implementó un nuevo método de gobernar, (tendré mi propio librito, dijo).
Todos los presidentes que le precedieron, confiaron casi a ciegas en sus ministros, delegaban sin contratiempos en sus funcionarios, los que a su vez rendían informes al presidente de turno, informes que no siempre eran de confiar, porque ocultarle la verdad al primer mandatario ha sido una práctica constante en nuestro país.
Danilo sabe más que nadie que las visitas sorpresas no es la forma más correcta de gobernar pero si la más practica debido al deterioro de nuestra democracia, de nuestros políticos, que cada día van perdiendo credibilidad.
¿No es al ministro de agricultura que le corresponde lidiar con los problemas del sector agropecuario?
¿Es el presidente quien debe ir a los hospitales para ver cómo están sus condiciones físicas y administrativas? ¿Y el ministro de salud?
Él sabe que no, pero conociendo lo que es la burocracia parasitaria prefiere agarrar el toro por los cuernos y poner la voz de alarma.
Lo mismo pasa con varias carteras que deben ser las responsables de atender cada área que les corresponda.
Como jefe de Estado el presidente Medina deja el protocolo de lado y asume directamente funciones que no son afines con su investidura, pero una cosa es el protocolo presidencial y otra la práctica política y social.
A cada lugar que llega el presidente, lleva en sus manos, al menos, parte de la solución de los problemas que aquejan dicha comunidad visitada.
Los niveles de aceptación popular del presidente Medina no son fortuitos, se deben precisamente a que no se ha enquistado en el poder buscando ser uno más que pasa por el palacio sin pena ni gloria, muy al contrario, ha sido el inquilino del palacio que ha llegado con la intención y la determinación de demostrar que si hay voluntad política se pueden hacer muchas cosas que antes parecían imposibles.
Y hablo de soluciones para el país, porque hay sectores que por no haber sido favorecidos como grupo o individualmente, pretenden descalificar al presidente Medina como mandatario.
Asumir la presidencia de la república no es un poder divino, es un mandato recibido de los electores para gobernar con sapiencia, pulcritud y eficiencia.
Hay presidentes que adquieren prestigio con el cargo, y hay otros que dan prestigio a la presidencia. Danilo Medina, sin dudas, pertenece al último grupo.
Esperamos que en esas visitas discretas incluya Nueva York, no para prestar dinero a sector alguno, pero si para que baje un poco el precio de los servicios consulares y de los pasajes aéreos. Lo merecemos!
Y que sigan las visitas y las soluciones reales.