Trujillo desata agrias discusiones entre nativos de San Cristóbal

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“No es que no hubo esplendor en San Cristóbal en la Era de Trujillo, porque en todas las tiranías hay esplendor y en San Cristóbal en particular debía haberlo mucho porque era la cuna del dictador”, añadió.
“No es que no hubo esplendor en San Cristóbal en la Era de Trujillo, porque en todas las tiranías hay esplendor y en San Cristóbal en particular debía haberlo mucho porque era la cuna del dictador”, añadió.

SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- Igual que en ocasiones anteriores, la figura de Rafael L. Trujillo Molina surgió de manera imprevista como el tema más atractivo –originando críticas y elogios- en una tertulia en que se trataban hechos del pasado de San Cristóbal.

Todo ocurrió en el “Encuentro de historias, recuerdos y anécdotas de San Cristóbal”, que se celebra anualmente en el foro Pedro Mir de Librería Cuesta, en Santo Domingo, organizado por el periodista José Pimentel Muñoz.

Durante dos horas, un centenar de sancristobalenses escuchó a cinco compueblanos –Odalís Pérez, Efraím Castillo, Servio Uribe, Jesús Arias y el propio Pimentel Muñoz- analizar distintos aspectos de la historia moderna del poblado sureño.

Pérez destacó la gran cantidad de sancristobalenses que “han tenido rango de importancia en el Estado y en los poderes de República Dominicana y que ha incidido de manera positiva en todos los renglones: las bellas artes, la tecnología, la economía, la política y la función estatal”. Castillo –publicista y novelista- contó cómo vivió dos veces en San Cristóbal en 1944 y 1946 y cómo con pocos años de edad pudo hacerse amigo de las niñas hijas del pintor Vela Zanetti, quien estaba radicado en esa ciudad y pintaba los murales de la nueva iglesia católica.

Hizo la anécdota como preámbulo a poner de relieve que “en esa época, en ese decenio de los cuarenta, se creó lo que se llamó el renacimiento de las artes en este país”.

Antes, dijo, “aquí no había teatro, no había una escuela de bellas artes. No había una orquesta sinfónica nacional. Aquí lo que había era grupos espontáneos de escritores o artistas que se reunían y producían. Pero no había lo que se llama una estructura cultural. Incluso no había una crítica de arte, no había una crítica de cine, no había agencias publicitarias. La estructura cultural de este país, el renacimiento de las bellas artes surge en el decenio de los cuarenta”.

Falta de respeto

Castillo citó a seguidas todo lo que surgió en el país desde el punto de vista cultural en esa “maravillosa época” y dijo que San Cristóbal se benefició de ello debido a que un hijo suyo –Rafael L. Trujillo Molina- gobernaba el país.

Encendió la llama de la discusión cuando expresó: “si nosotros ponemos en una báscula lo malo de Trujillo y lo bueno de Trujillo, yo creo que la historia al final se va a dar cuenta de cuánto pesó lo bueno que él hizo”.

Y agregó que “la falta de respeto que le ha tomado el país a San Cristóbal es porque el sancristobero o sancristobalense no ha sabido responder. Nosotros mismos hemos permitido esa falta de respeto a nuestro pueblo”.

Réplica

Esa declaración generó una fuerte réplica del cirujano plástico e investigador folklórico Guaroa Ubiñas Renville, quien afirmó que esa comunidad tuvo manifestaciones culturales mucho antes de Trujillo. “Hostos pasó por San Cristóbal en una época en que Trujillo no había ni siquiera nacido y había siete escuelas y quedó asombrado”, resaltó.

“No es que no hubo esplendor en San Cristóbal en la Era de Trujillo, porque en todas las tiranías hay esplendor y en San Cristóbal en particular debía haberlo mucho porque era la cuna del dictador”, añadió.

Estimó que San Cristóbal tuvo antes generales de mucha mayor significación que Trujillo, “generales a los cuales él no le daba ni por los tobillos que lucharon por la Independencia y la Restauración”.

Puso énfasis en que Trujillo limitó las fuerzas productivas de San Cristóbal, aduciendo que “una cosa es que el pueblo se vea bonito y que sus habitantes sean empleados públicos, y otra cosa es un pueblo que aunque no se vea bonito sus habitantes tengan independencia económica. El pueblo se podía ver muy bonito, pero la gente que vivía en el pueblo no tenía ya ningún tipo de propiedad porque Trujillo adquirió sus tierras por distintos métodos”. Al morir Trujillo, apuntó, esas personas siguieron sin sus tierras y quedaron en una miseria espantosa.

El agrónomo Bazil

En términos similares se pronunció el agrónomo Hipólito Bazil, quien sostuvo que Trujillo, al conformar su hacienda Fundación, “destruyó toda la base económica agropecuaria productiva del municipio de San Cristóbal al apropiarse de todas las tierras, unas veces comprando compulsivamente -pagando al precio ofertado por él- y otras adquiriendo mediante la venta voluntaria de algunos propietarios”.

Bazil añadió que “en la mayoría de las provincias y cabeceras municipales de la República Dominicana existía en la Era de Trujillo toda una estructura agraria privada de poder económico, las cuales crearon una burguesía productiva. Sin embargo, del municipio cabecera de la provincia de San Cristóbal, no se puede decir lo mismo, ya que Rafael L. Trujillo destruyó toda la base económica agropecuaria productiva”.

“Estas tierras, clasificación 1 y 2, de buena vocación agropecuaria, localizadas en todo el perímetro del municipio de San Cristóbal, sirvieron para engrosar la famosa hacienda Fundación, para satisfacción de uno de los tantos egos del generalísimo”.

“Como resultado de todo esto, Trujillo impidió y a la vez castró el desarrollo de una burguesía productiva agraria, semejante a las existentes en las demás provincias y municipios señalados anteriormente, en donde había hombres y mujeres generadores de riquezas, muy diferente al municipio de San Cristóbal, en donde quizás se señalen una o dos familias. “Enganchar a la juventud de la época a la guardia, dar un empleo a los otros, ser lisonjeros del régimen, gritando a los cuatro vientos “soy serie 2”, eran las alternativas más dadas».

“Sin embargo, hay que señalar que esta hacienda Fundación fue el puntal del desarrollo de la ganadería lechera y cárnica, comparable con los mejores hatos ganaderos del Caribe. Predominaban razas de Holstein, Pardo Suiza, Brahma blanca y Cebú. Esos animales, a su paso por la avenida Constitución o por la avenida Libertad (antes 17 de julio), eran un deleite para la vista de la población. “Después del tiranicidio, el 30 de mayo de 1961, el saqueo y la posterior parcelación tanto agropecuaria como en solares a que fue sometida la hacienda Fundación destruyeron ese emporio, que debió tener otro destino”.