Por Nélsido Herasme
No guardan las apariencias y los escrúpulos de María Gargajo parecen no llegar tan lejos, porque al decir verdad, el sector del presidente virtual y por sentencia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) no se conforme con todo el daño que le ha causado a esa organización, la más grande hasta el 2012 del sistema electoral y a sus bases, quién al no poderse quitar de encima el dedo que lo acusa de traidor, ahora trata de meter 5 para sacar 10.
Miguel se destapa hablar de alianzas y en ese sentido se aventura a hacer una propuesta burlona a los que decidieron marcharse de su lado y con sutileza, habilidad y astucia, enarbola un discurso de unidad para llevar candidaturas comunes en diferentes localidades.
Para lograr su meta, se vale una vez más del empresario de desechos, Alfredo Pacheco, quien en estos momentos tiene medio baile perdido, por quedarse jugando a la “Gatita de María Ramos”, y al lado del destructor.
Miguel, quien está recibiendo presión de algunos dirigentes de prestigio y con posibilidades de triunfo en las venideras elecciones, en su respectivas comunidades, pero que saben que por el PRD lo único que harían es gastar dinero y pasar la gran vergüenza, por lo que lo están obligando a negociar con los que construyen una nueva opción de poder en la República, porque son los auténticos peñagomistas, que una vez fueron despreciados y expulsados por la cerrazón y el troglodismo.
Miguel Vargas está condenado a la hoguera política, sus malas artes lo han llevado a freírse en su propio alquitrán, quedándole solo el camino de apoyar a su amo y formar parte del llamado bloque progresista.
Solo es que ha de quedarse, llorando, como Jeremías en el Muro de las Lamentaciones, sintiendo sobre su espalda la soledad que causa la traición y el látigo inmisericorde, la rabia y la escupida de veneno de las bases irredentas de un PRD que más temprano que tarde será recuperado.
Miguel Vargas podrá engañar a don Alfredo Pacheco y venderles sueños a Franco Badía, a Onolia Colón, a Fulgencio Espinal y a Silvia García, pero jamás podrá convencer a cientos de miles de perredeistas que hoy se revuelcan del malestar que su actitud les causó.
No nos cansaremos de decir que Miguel, su familia y dirigentes, entre ellos legisladores y síndicos, pagaron altas sumas de dinero para desviar el voto de las urnas del partido blanco y su candidato, es decir, atizaron la leña en el fogón ajeno.