SANTIAGO DE CHILE.- La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, habló de la tortura psicológica y golpes a que fue sometida tras su detención en 1975 bajo la dictadura de Augusto Pinochet, y explicó cómo la madurez le ayudó a reconciliarse con el pasado.
En una entrevista la noche del miércoles con un canal local, la mandataria relató detalles de su paso por el centro de tortura Villa Grimaldi, luego de ser detenida por la policía política en 1975 junto a su madre Ángela Jeria.
“Recibí tortura psicológica esencialmente, y algunos golpes, pero no me ‘parrillaron’ (tortura mediante aplicación de descargas eléctricas sobre un somier metálico)”, narró Bachelet al canal de TV Chilevisión.
Miles de personas pasaron por el centro de detención Villa Grimaldi en Santiago, 236 de los cuales fueron ejecutadas o figuran como desaparecidos. “Tuve suerte comparada con tantos otros, muchos de ellos murieron”, señaló.
El padre de la presidenta, el general Alberto Bachelet, fue detenido por mantenerse fiel al gobierno del derrocado Salvador Allende, y murió en la cárcel en 1974 a causa de las torturas a las que fue sometido por sus propios subalternos. Bachelet y Jeria por su parte, partieron al exilio tras ser liberadas.
“Al comienzo tenía mucha rabia, un dolor infinito”, explicó la mandataria. “Sentía indignación. No me hubiera imaginado en ese momento dialogando con personas con las que después fui capaz de dialogar”, dijo quien fue la primera mujer ministra de Defensa y presidenta en Chile.
Bachelet también habló de quien era su pareja durante el golpe de estado en 1973, el dirigente socialista Jaime López Arellano, quien actualmente figura como desaparecido.
“Me encantaría saber lo que pasó realmente con él: si está desaparecido, si está muerto, si está en algún otro lado”, dijo.
La relación de López Arellano con Bachelet marcó profundamente a la mandataria, una militante socialista en clandestinidad, tras conocerse versiones de que el dirigente habría delatado a colegas cuando fue detenido y supuestamente torturado.
Bachelet recogió varias de las versiones: “Una es que él, producto de la tortura, habría entregado nombres. Sin embargo, él vivió en casas de gente cuyos nombres no entregó”, dijo.
“Otra gente dice que él entregó ciertos nombres porque le dijeron que si no lo hacía, me iban a matar a mí y a mi mamá en el extranjero”, agregó.
“Fue muy duro para mí porque yo tenía este tema del deber, porque era joven, y probablemente cuando uno es joven es mucho más de blanco o negro, y lo viví como una traición personal y a la causa”, reconoció sobre un capítulo que sus biógrafos citan para explicar su desconfianza y su personalidad política.
“Hoy lo miro con una mirada más madura”, agregó, y manifestó su deseo de conocer el paradero de quien fue su pareja.
La dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) dejó más de 3.000 muertos y 38.000 torturados en Chile, según informes de entidades humanitarias.