Con una mezcla de aplausos, lagrimas, alegría y tristeza, sus parientes y una franja importante de los residentes y asiduos visitantes del barrio 27 de Febrero, del Distrito Nacional, nos dimos cita el pasado 4 de enero para rendir un merecido reconocimiento a un excelente amigo desconocido de los medios masivos de comunicación, el ambiente religioso y empresarial, pero si, un valioso ser social y humano a quién le dimos nuestro abrazo de cariño y le hicimos un hermoso homenaje.
Stalin Peña, es un popular y discreto comerciante banilejo, quien se aplatanó en Santo Domingo desde el año 1956 y en el año 1970 tomó nuestro barrio de trinchera de honor y progreso para procrear, con doña Magalis Díaz, su esposa, seis valerosos y excelentes hijos y vivir con la dignidad, el respeto y el decoro que caracteriza a los hombres de alma limpia y corazón puro.
A pesar de que la salud de don Stalin hoy transita por tramos de dificultades, aun así, sus amigos del barrio no quisimos esperar lo peor para rendirle honor al hombre honrado, al padre ejemplar, al vecino consejero, al desprendido ser social y al altruista solidario.
Porque sabemos lo duro que es despedir al que se nos marcha, le dimos de lado a aquella inmortal frase del poeta Francisco Henríquez y Carvajal, quien dijo: “Oh América infeliz, que solo te acuerdas de tus grandes vivos cuando son tus grandes muertos”, tomando la sagrada decisión de reconocer en vida a un silente y anónimo del barrio, quien a fuerza de lucha, esfuerzo y sacrificio abrió un surco y puso su vida al servicio de su familia y su comunidad.
Para reconocer los méritos de Stalin, se creó un “Comité de Amigos” integrado por profesionales de la comunicación, artistas, músicos, deportistas, trabajadores comunitarios y amas de casas de la barriada, el cual recibió a invitados provenientes del este, sur y el norte del país.
Con este humilde gesto le devolvimos a Stalin parte del cariño, la amistad y la solidaridad que por años sin términos el nos ha regalado.
Stalin Peña, un hombre de conciencia y formación crítica, de espíritu noble y, sobre todo, de una fortaleza recia, fue reconocido por su barrio.
Tal y como lo expresara el comunicador y cantautor nacional, Mario Díaz, nativo del barrio 27 de Febrero, en el marco del reconocimiento, “la misión fue cumplida y con ella encendimos luces y renovamos afectos entre amigos y gente trabajadora y talentosa de nuestro querido sector”.
Atentamente,
Nélsido Herasme
Periodista