Aroma de Limón

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Federico Nuñez Mañán
Federico Nuñez Mañán

Por Federico Núñez Mañán

Era un día feriado de esos que es imposible levantarse temprano, jarineaba y sin embargo el cielo brillaba, gota a gota la lluvia caía y el techo de zinc producía una especie de sinfonía que nos permitía soñar cada día.

En el mismo centro del pueblo como si fuera una feria de macramé las antiguas maquinarias oxidadas con unos rieles en círculo y sus vagones al revés formaban el universo ideal donde tocaba su tez color café y como perdido en el espacio sus labios siempre mojados me servían de regazo.

Nunca me imaginé que entre corotos y recovecos la convertiría en mi princesa por primera vez. La jaula de metal nos servía de convento para aquellos extraordinarios encuentros, donde montaba su cuerpo en cada momento, era yo el mercenario consuetudinario que llenaba cada espacio de su diario y ella una negra nacida de una genealogía desaparecida.

Desde que la conocí me convertí en su súbdito y ella en mi adalid, con simples señas obedecía sus mandatos, le puedo asegurar que nunca he podido quejarme de su trato.

Su padre un inmigrante documentado, procedente de un país lejano, quien ostentaba una posición privilegiada, nunca trabajaba siempre mandaba, recuerdo que estuvo aficiao como un loco enamorao de una de mis hermanas, era muy pendejo con las mujeres, por lo menos de eso se hablaba.

Nairoby me vio nacer y crecer, nuestras edades eran extremadamente paralelas, algunos de mis amigos la llamaban la abuela, parecía que su vida avanzo de una forma abismal y me dejo atrás sin avisar, la mirada de sus ojos verde como la oliva, se enredaba en mi cuerpo como una tela de araña, muy cerca de mis entrañas.

En las noches el reflejo de sus dientes blanco como masmelo, me permitía verla desde lejos.

Todas sus historias amorosas se comentaban por doquier, eran tan populares como esas novelas del ayer, en una ocasión una amiga de infancia me comentaba que ella solía rifar sus orgasmos al mejor postor, donde cada momento de pasión era una resurrección, los más intensos tenían un costo mayor.

A veces creía que la gente exageraba cuando decía… que las malas son encantadoras, inteligentes y seductoras.

No creo que esta historia tenga algo de pedofilia… pero le puedo asegurar que todo el que entro en su vida, nunca encontró la salida.