SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- “El PLD no tiene derecho a convertirse en un conglomerado humano que solo busca su propio bienestar reteniendo el poder a “tierra arrasada”, sin importarle para qué fue fundado ni qué espera de él la Nación dominicana”.
Que el Partido de la Liberación Dominicana ejecute lo que aprobó el VIII Congreso Ordinario Comandante Norge Botello es la mejor manera de recuperar “la riqueza partidaria” y volver a su cauce, considera Franklin Almeyda, miembro del Comité Político de esa organización, tras advertir sobre actitudes y posiciones que están afectando su imagen.
“El PLD no tiene derecho a convertirse en un conglomerado humano que solo busca su propio bienestar reteniendo el poder a “tierra arrasada”, sin importarle para qué fue fundado ni qué espera de él la Nación dominicana” escribe Almeyda en un artículo que se pública en Vanguardia del pueblo.
El dirigente peledeísta hace una analogía de la situación actual en el partido morado con la revolución de independencia de Haití en la se destruyeron toda la riqueza generada en el santo Domingo Francés, bajo el lema de “tierra arrasada”.
De qué sirve destruir su imagen creada que busca completar la obra de Duarte modernizando el Estado y dispuesta adoptar políticas públicas para superar las desigualdades, solo por querer retener el poder, se pregunta Franklin Almeyda en su escrito y formula también otras interrogantes.
¿Quién amenaza con sacar al PLD del poder? ¿El PRM con un inexperimentado candidato? ¿Había que provocar tanto ruido como si fuera un río desbordado que destruye su cauce natural?
Presentando entonces estos hechos el ex Ministro de Interior y Policía afirma que lo sucedido hasta ahora obliga “empezar de nuevo”.
Sugiere ejecutar lo aprobado en el VIII Congreso Ordinario, que significará innovar y modernizar al PLD, una forma de ir recuperando la riqueza partidaria que le ha caracterizado y reencausar la entidad por sus objetivos principales.
“Reconstruir el daño a su imagen será más laborioso, pero debemos aprender que no es verdad aquello de que “todo vale en política” y mucho menos que “el poder es para usarlo”, concluye.