Por Adriano Miguel Tejada
Ya sabemos lo que nos cuesta el PLD, sólo con todos sus políticos-empresarios, pero sería punto menos que imposible calcular cuánto nos costará, cuando se le sumen el PRD, el PRSC y la caterva de partidos que se arroparán con la sábana morada para seguir disfrutando del erario.
Eso en términos monetarios, pero ya nos está costando bastante en términos de institucionalización y de respeto a normas que deberían ser sagradas.
No se trata de crear normas inmutables, sino preservar, como decía el juez Brennan, «los valores permanentes de la Constitución», pues el constituyente siempre ha querido poner algunos valores más allá de las mayorías coyunturales, pues de lo que se trata es de preservar el alma de la Carta Magna.
Se dirá que la reelección no es un principio sagrado, y estoy de acuerdo, pero las consecuencias de la forma en que se logra la reelección sí atentan contra principios sacrosantos de la Constitución.
Ya lo hemos visto. El descrédito del Congreso, es decir, del primer Poder del Estado. La imagen misma del Presidente, que debió preservarse por sobre todas las cosas, porque nos representa a todos y el uso de agentes para comprar conciencias, como se ha denunciado, son todas formas de comprobar que el precio de la reelección es demasiado alto para quedarnos callados.