Por Juan Cruz Triffolio
Sociólogo – Comunicador Dominicano
[email protected]
«Pregunto yo en mi canción
al que grita y patalea,
caballero de la OEA,
qué pasó con su reunión.. »
Carlos Puebla
NEW YORK.- Las informaciones suministradas serán múltiples y variadas.
No ha de ponerse en duda de que son transparentes y convincentes.
Pero el prejuicio y los mezquinos intereses en contra de nuestra nación impedirán la credibilidad.
El chantaje predominará ante la sensatez, la objetividad y la realidad nacional.
La injerencista presencia de la Comisión de la Organización de Estados Americanos -OEA-, organismo internacional de triste recordación en el suelo patrio dominicano, obedece a un macabro proyecto de agresión y fusión de una nación soberana y con una deprimente conglomerado social, cimentada en el cinismo, la prepotencia y sobre todo, en las mentiras constantes y despiadadas.
Siendo de esa manera, de poco valen los argumentos, las acciones y defensas formuladas por los representativos del pueblo de Juan Pablo Duarte, en ánimo de explicar y justificar la necesidad de un Plan de Regularización de Extranjeros Indocumentados, ante quienes, hasta el momento, se comportan como no videntes y afectados por una sordera adrede.
Son los mismos que, en otras naciones poderosas, se colocan de espalda ante el genocidio, el racismo rapante y las violaciones constantes de los denominados derechos humanos, como si nada estuviese ocurriendo.
Hacemos referencia a quienes de manera antojadiza y arrogante se proyectan, descaradamente, como los policías del mundo, obviando la necesidad de encarnar auténticos valores y principios éticos, morales, verdaderamente humanos.
Se trata de aquellos que no se convencen ni aunque los convenzan..!!
Representativos incondicionales de quienes sembraron la hambruna y la pobreza, expoliando todo cuanto logró concebirse como reflejo de riqueza ajena, y que, sin escrúpulo alguno, pretenden proyectar una supuesta generosidad, equidad y justicia social, cimentada en el sofisma, la farsa y la teatralidad engañosa.
Consentir su presencia en el territorio nacional constituye una agresión e injerencia que violenta la Carta Magna y la soberanía nacional.
Basta ya de tanta complacencia con quienes, en innumerables ocasiones, se muestras predispuestos a proyectarnos ante el mundo como los monstruos sanguinarios, racistas y persistentes violadores de las normas esenciales del vivir con dignidad.
Son los mismos emisarios que, en diversos momentos, honran el irresponsable silencio, cuando cerebros despiadados, en cabezas desinformadas y maquinadoras de mentiras, proponen el bloqueo de nuestra industria turística, sin importar sus desastrosas consecuencias.
Es hora de blindar, no con palabras, sino con acciones concretas, nuestra soberanía..!!
Es el momento de demostrar que, como nación libre y soberana, tenemos pantalones largos..!!
La ambivalencia y la complacencia, sin aparente limites, no lucen ser el mecanismo idóneo para el convencimiento ante quienes, interesadamente, se proyectan orgullosos mostrando la chaqueta del prejuicio, la insensatez y la hipocresía.
Sólo asumir la responsabilidad nacionalista e impostergable, ante el pandillaje y el padrinazgo internacional, contra la nación forjada en el glorioso febrero de 1844 y ratificada en la heroica gesta restaurador del 63 y el ejemplarizante abril del 65, evitara convertirnos en un fétido muladar para la ilegalidad y la delincuencia con su secuela de repercusiones.
Hoy, tal como ha sucedido en otras ocasiones, debe ser abierto el escenario duartiano, sin necesidad de tozudez y violencia, para que a viva voz, los dominicanos, real y efectivamente, logremos hacer realidad el mandato que reza: «Nuestra patria ha de ser libre de toda impotencia extranjera o se hunde la isla».
No hay tiempo que perder…
Levantemos unidos el paño tricolor, izado con orgullo indomable, bajo el canto patrio…
República Dominicana lo exige..!!