Por Rolando Fernández
¿Si todos hubiésemos sido homosexuales desde la creación del planeta Tierra, que siempre los ha habido, la humanidad como tal existiera? ¡Jamás! La pregunta se parece mucho a las que se deben hacer a los que procuran la igualdad total entre todos los hombres, ¿si todos fuéramos ricos, el mundo estuviera operando?; ¿quién trabajaría para quién? ¡Hubiera desaparecido hace mucho!
Tenemos que dejarnos de esos pareceres ilusos, carentes de fundamentos lógicos, de concepciones que solo están en las mentes de los hombres. Hay cosas que en realidad no pueden ser, por más arreglos y justificaciones con que las adornemos.
Hacemos este pequeño preámbulo que, aunque parezca algo simplista, en el marco de lo a tratar – sí invitamos se analice -, para responder de manera parcial a la amplia exposición que hiciera en el periódico “HOY”, edición de fecha 11-7-15, página 12B, el gay Bob J. Satawake, marido oficial de la “embajadora” norteamericana en el país, James “Wally” Brewster, como respuesta a lo que expresara públicamente Rafael Acevedo, en el mismo medio local, y obviamente, en defensa de su condición de homosexuales ambos extranjeros.
Manifestó el señor Acevedo que, “Los poderes que controlan la política del EUA parecen haber olvidado que la suya y todas las democracias occidentales modernas tienen su fundamento en el cristianismo”, a lo cual respondió el señor Satawake: “Desafortunadamente el Sr. Acevedo está equivocado ya que los Estados Unidos de América está fundado en una clara separación de la iglesia del Estado”.
Pero además dijo el defensor a ultranza de la homosexualidad que, en base a la democracia que rige en su país, “se debe permitir el mismo estatus de matrimonio a toda pareja de adultos que por decisión libre quieran obtener una unión legal”
Según su parecer, “Las democracias verdaderas no pueden existir sin la igualdad y las mismas protecciones legales de todo su pueblo. Este es el fundamento de las opiniones de la reciente decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos con respecto al matrimonio”.
La pregunta que habría que hacer a ese señor sería sobre: “si la igualdad y las mismas protecciones legales” a que él se refiere, deben de prevalecer en todos los órdenes, sin importar color, raza, o capa social a la cual se pertenezca dentro de todo marco democrático, lo cual no creemos se produzca. O, es solamente en lo que respecta al matrimonio entre personas del mismo sexo, que es la punta del refajo que él está enseñando al expresarse.
Ahora, independiente de la disparidad de pareceres entre él y don Rafael Acevedo, preciso es decirle a ese señor que, su país podrá estar regido al margen de toda creencia o fundamento religioso, sí por el Estado norteamericano como institución; pero que, nadie sobre el planeta Tierra, puede ir en contra de los preceptos dictados por la Madre Naturaleza, como es lo que se verifica con relación a él, y ése que tiene como mujer, en su condición de homosexuales los dos. ¡Que esa es una aberración muy antinatural!
Además, que hay una diferencia bastante grande entre lo que se considera religiosidad convencional y espiritualidad esotérica; que en ese último contexto, su país está llamado a jugar un papel de capital importancia, en términos de la evolución del planeta Tierra, hasta alcanzar convertirse en sagrado por completo; que si él se inclina por investigar sobre ese particular, de inmediato se podrá dar cuenta del contraste entre su condición anormal, como la del compañero, y lo que se dispone para cada corriente de vida en curso dentro del marco evolutivo espiritual.
El homosexualismo no es normal; no es una condición propia para la especie humana, que tiene dentro de sus roles la expansión de los seres componentes, a través de la procreación, como el servir de puente, por medio del cual ingresan al plano de la materia física las entidades Almas-espíritu sujetas a evolucionar.
El matrimonio es una institución, o contrato social entre personas que se suponen de sexos diferentes, cuya finalidad principal es la formación de las tribus biológicas-sanguíneas – las familias -, cosa que no se puede lograr cuando los contrayentes sean de igual sexo: hombre-hombre, mujer-mujer. Luego, ¿cómo se expande la especie? ¡Imposible hacerlo!
También, la homosexualidad rompe con el plan divino de evolución terrenal a cargo de los Atributos representantes del Gran Arquitecto del Universo en plano de la materia, en cuanto a la Expresión dispuesta. ¡De ahí su improcedencia total!
Tal distorsión humana tiene diferentes razones a ponderar, pero no es el tema aquí. Los que de ella adolecen se deben aceptar y respetarles. Pero, de ahí a contraer, y permitirles matrimoniarse de manera oficial, como algo ordinario o normal, se puede considerar como una flagrante burla a la Madre Naturaleza. ¡Reflexiónese, que eso genera severas consecuencias kármicas!
Finalmente, al ser el señor Bob. J. Satawake, un gay declarado, y marido oficial de otro hombre, no podía estar en contra de una decisión como esa, emanada de la Corte Suprema de Estado Unidos, que favorece a todos los de su condición.
Es obvio que, ¡se siente más que satisfecho con la misma! Cuando el hombre con quien convive se ponga más viejo, lo bota y se casa libremente con otro que esté más vigoroso.
Reflexivas y ponderables resultarían las opiniones de quienes son diferentes, varones normales en realidad, adheridos a lo que dispone la Madre Naturaleza. Si ese señor pudiera despojarse por un rato de su condición de homosexual, y pronunciarse al respecto, entonces sí que tendría validez su parecer. De lo contrario, ¿para qué hacerlo? ¿Solo para argumentar “acomodos” y justificarse? ¡No vale la pena!
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