El viceasesor de Seguridad Nacional y asistente personal del Presidente Barack Obama ofreció este lunes una entrevista exclusiva a periodistas cubanos
LA HABANA, CUBA.- Durante 18 meses de conversaciones secretas, como parte de una de las operaciones encubiertas mejor ejecutadas de la historia, Ben Rhodes fue uno de los hombres y mujeres que hizo posible abrir el nuevo capítulo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Desde el 17 de diciembre del 2014, cuando los presidentes Barack Obama y Raúl Castro revelaron al mundo lo que se venía negociando tras bambalinas, el viceasesor de Seguridad Nacional y asistente personal del Presidente Barack Obama salió del anonimato en lo que respecta a Cuba.
Rhodes es una de las figuras de la administración Obama más vinculadas públicamente con el cambio de política hacia la Isla y fue un artículo suyo el que reveló las intenciones del viaje de Obama a Cuba que finalmente se concretó el domingo pasado.
“No nos conocíamos mucho al inicio y había poca base para el entendimiento común”, recuerda Rhodes sobre el inicio de los diálogos entre La Habana y Washington durante una entrevista exclusiva concedida este lunes a un grupo de periodistas cubanos.
“Seguimos hablando y continuamos empeñados en encontrar áreas de interés común, aunque había muchas diferencias, sobre todo en la interpretación de la historia”, añade. “Hace dos años nadie hubiera imaginado lo que está sucediendo hoy”.
Por primera vez en 88 años un mandatario en ejercicio visita Cuba, y compañías de diferentes sectores y tamaños se abren paso para hacer negocios con sus contrapartes cubanas. “Las cosas sí pueden cambiar y el objetivo del presidente es continuar acelerando”.
Pero medio siglo de confrontación y desconfianza no se borran de la noche a la mañana.
Más aún cuando desde Washington son constantes las confirmaciones de que han cambiado los métodos pero no los objetivos, y aún no se escucha una disculpa pública por los daños causados a más de 11 millones de cubanos durante el tiempo que estuvo vigente lo que ahora llaman “una política
fracasada”.
“Hemos hecho hincapié en que Estados Unidos no busca imponer un sistema de gobierno determinado en Cuba y que los cubanos son los únicos que pueden tomar estas decisiones”, dice.
“Las diferencias que tenemos sobre temas políticos y derechos humanos no significan que estemos buscando un cambio de régimen”.
La historia, desde los padres fundadores de Estados Unidos en el siglo XVIII hasta nuestros días, no está de parte de Rhodes.
En este nuevo capítulo, las autoridades norteamericanas han aplicado cuatro rondas de cambios que modifican algunos aspectos de la aplicación del bloqueo, pero el grueso de las medidas de agresión que datan de mediados del siglo pasado se mantiene en pie.
Junto a la delegación presidencial desembarcó una avanzada de hombres de negocios interesados en abrirse camino en un mercado a solo 90 millas de sus costas, pero el terreno en el que se mueven es resbaladizo. Y lo mismo se aplica para las empresas cubanas en busca de nuevas opciones en la mayor economía del mundo que había estado cerrada a cal y canto durante el último medio siglo.
“Hay cambios al embargo (bloqueo) que toman efecto de inmediato y se implementan fácilmente, como quitar las restricciones al envío de las remesas o el aumento de los viajes”, dice.
Sin embargo, aclara que hay otras medidas que requieren un diálogo continuo para su correcta implementación. Cita el caso de la liberación del uso del dólar en las transacciones internacionales cubanas.
“Necesitamos acudir a los bancos y entablar un diálogo con ellos para que entiendan que ya está permitido este tipo de transacción y que no van a enfrentar ningún tipo de penalidad si lo hacen”.
Algunas instituciones financieras, revela, tienen programas informáticos que automáticamente rechazan las transacciones con Cuba. “Tenemos que explicarles los cambios y ellos tienen que hacer sus propios arreglos para lograr que esta medida sea implementada”.
“Estamos comprometidos a hacerlo”, dijo y reconoció la decisión cubana de eliminar el impuesto del 10 % al dólar una vez se compruebe que ha cesado la persecución financiera.
“Será beneficioso para el pueblo cubano porque implicará mayores gastos de los ciudadanos estadounidenses que viajen aquí y para los empresarios que no tendrán que hacer un cambio a otra moneda intermediaria”.
Pero hasta el día de hoy, todas las medidas que transforman la aplicación de las sanciones contra Cuba han venido de la Casa Blanca, lo que crea incertidumbre en caso de que el próximo ocupante del Despacho Oval decida dar marcha atrás.
Rhodes cree que ambos países tienen que dar pasos para hacer irreversible lo que se ha logrado hasta ahora, cuando resta menos de un año para el fin del mandato de Obama. “Si los viajeros vienen en números grandes y los empresarios hacen negocios será muy difícil apretar el botón de apagado”.
Si tienes 110 vuelos diarios y miles de estadounidenses viajando, una empresa como Starwood administrando hoteles en La Habana, cualquier político lo pensaría dos veces antes de cerrar la puerta, según su teoría.
Además, “estamos creando más apoyo dentro de los Estados Unidos a medida que el Congreso y las empresas ven el beneficio de este tipo de relaciones”.
Rhodes asegura que la actual administración está convencida de que el bloqueo debe levantarse, y esa es una de las razones por la que viajaron con Obama tantos legisladores de ambos partidos.
“Mientras el embargo (bloqueo) esté en pie habrá limitaciones a nuestras actividades”. Añade que el ejecutivo está “trabajando duro” para utilizar su poder ejecutivo y modificar la ley, pero cada paso lleva una complicada revisión jurídica.
Uno de los obstáculos fundamentales, dice, es la posibilidad de ampliar la gama de productos cubanos que pueden ser exportados a los Estados Unidos.
Sin embargo, la actual administración ha probado en la práctica que tiene el poder de hacerlo.
Rhodes refiere que se examinan casos específicos como medicamentos producidos en Cuba que puedan salvar vidas en Estados Unidos.
“Dada la experiencia de Cuba en salud y medicina vemos un enorme potencial de cooperación entre nuestros gobiernos”, refiere y resalta la posibilidad también de cooperar en terceros países como sucedió recientemente durante la epidemia de Ébola en África occidental.
Otra conversación en marcha es entre las autoridades de salud de ambos países que han convenido trabajar conjuntamente para alcanzar un acuerdo de cooperación que permita enfrentar las enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue, el zika y el chikungunya.
Para continuar ampliando los intercambios actuales, la mayoría de los expertos señala que un paso trascendental sería llegar a un entendimiento sobre las reclamaciones de indemnizaciones que sostienen ambos países. Un diálogo al respecto está en marcha desde hace varios meses.
Rhodes considera que será una tarea difícil pero no imposible. “Hay fórmulas que funcionan con países con los cuales hemos tenido diferencias históricas grandes”.
Aclara que su gobierno solo es responsable de las demandas de ciudadanos estadounidenses cuyas propiedades fueron “expropiadas” (nacionalizadas legalmente por la Revolución) y no de aquellas de ciudadanos cubanos que luego obtuvieron la nacionalidad norteamericana. “Sería sano que los cubano-americanos tengan un diálogo con el gobierno cubano al respecto”.
Sobre uno de los grandes escollos que quedan por delante para continuar avanzando en la normalización de las relaciones, la devolución del territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo, afirma que es un tema que sale a colación en casi todas sus conversaciones con la contraparte cubana.
“Para nosotros la normalización es un proceso que nos permite plantear y discutir temas de desacuerdo”, refiere y precisa que el foco de la actual administración está en cerrar la cárcel que ha estado en la mira mundial por las violaciones a los derechos humanos cometidas allí.
“Tenemos diferencias enormes y no vamos a resolver todos estos problemas rápidamente”, dice. “Soy optimista porque la mayoría de la gente en ambos países quieren que esta relación se abra”.