LA HABANA.— El presidente Barack Obama dijo está convencido que el embargo de Estados Unidos a Cuba terminará un día, aunque consideró que eso también dependerá de si ambos países logran superar algunas diferencias en materia de derechos humanos.
Tras un encuentro histórico con su colega Raúl Castro, quien le dijo que el embargo es el principal obstáculo para la normalización de relaciones, Obama también aseguró que el futuro de Cuba lo decidirá su pueblo y no Estados Unidos o algún otro país.
Los mandatarios marcaron un hito al reunirse en el mítico Palacio de la Revolución de La Habana y aunque reconocieron que mantienen diferencias, se mostraron a favor de continuar un diálogo para avanzar en la normalización de las relaciones de quienes fueron los mayores enemigos del hemisferio por más de cinco décadas.
Los presidentes intercambiaron visiones sobre derechos humanos y democracia, y aceptaron contestar un par de preguntas, una de las cuales cuestionó a Castro sobre presos políticos en Cuba
«Dame la lista ahora mismo de los presos políticos para soltarlos», dijo el gobernante cubano. «Menciónala ahora, dime el nombre o los nombres».
Cuba es criticado por detener por algunas horas a manifestantes innumerables veces al año, pero en la isla se ha reducido drásticamente la práctica de dar largas sentencias por delitos que grupos de derechos humanos consideran son políticos.
El mandatario cubano elogió las recientes medidas del gobierno de Obama para relajar los controles hacía Cuba que calificó de «positivas, pero no suficientes».
«El bloqueo es el obstáculo más importante para nuestro desarrollo económico y el bienestar del pueblo cubano, por eso su eliminación será esencial para normalizar las relaciones bilaterales», dijo Castro.
Obama, parado en un atrio al lado de su colega, expresó que «es un nuevo día» para las relaciones entre ambos países.
Pero el presidente estadounidense dijo que le había planteado a Castro «diferencias muy serias» que su país tiene con Cuba en temas como la democracia y los derechos humanos. Dijo que esos temas fueron planteados, en una conversación que Obama caracterizó como difícil, como requisitos que se debían cumplir antes de avanzar en unas relaciones más estrechas entre ambos países.
«El embargo va a terminar. ¿Cuándo? No estoy completamente seguro», dijo Obama, quien se convirtió en el primer presidente en casi 90 años en visitar Cuba, país con el que rompió relaciones tras el triunfo de la revolución en 1959.
«¿Qué tan rápido pasará? Bueno, en parte depende en si podemos superar algunas de nuestras diferencias acerca de temas de derechos humanos», añadió.
Obama también le dio crédito a Cuba por haber avanzado como nación, y dijo que parte de la normalización de las relaciones entre los dos países significaba «discutir directamente estas diferencias».
Señaló que «como lo hacemos a dondequiera que vayamos en el mundo, dejé claro que Estados Unidos continuará hablando de democracia, incluyendo el derecho del pueblo cubano a decidir su propio futuro».
Aunque Castro se prepara para abandonar el cargo en 2018, se mantuvo firme en contra cualquier cambio al sistema político de Cuba que tiene a un partido único en el poder.
Obama llegó a Cuba con la promesa de hacer presión sobre los líderes cubanos en temas de derechos humanos, libertades políticas, y diciendo que su sola visita implicaba la promoción de los valores estadounidenses en la isla.
Castro, a su vez, le devolvió la pelota a Obama cuando le dijo que para Cuba era inconcebible que un gobierno no le garantizara a su gente atención sanitaria, educación, alimentación y seguridad social, en clara referencia a Estados Unidos.
El gobernante cubano también dijo que Cuba defiende «los derechos humanos» y que «los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales son indivisibles, interdependientes y universales».
Obama se encontró más tarde con emprendedores cubanos y empresarios estadounidenses, ante quienes elogió a Cuba por abrir su economía al sector privado, un cambio que empezó luego de que Castro tomara el poder en 2008