YA LO SABEN..!! Tras el auge de la última década, ¿aprenderá América Latina a no depender de las materias primas?

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Los escándalos de corrupción en Brasil han desatado protestas contra el gobierno de Dilma Rousseff. Un nuevo informe del Banco Mundial afirma que la economía brasileña se contraerá en un 3,5 por ciento este 2016.
Los escándalos de corrupción en Brasil han desatado protestas contra el gobierno de Dilma Rousseff. Un nuevo informe del Banco Mundial afirma que la economía brasileña se contraerá en un 3,5 por ciento este 2016.

Un informe del Banco Mundial sobre América Latina publicado esta semana exhorta a que los países aprueben reformas no solo “para elevar la propensión marginal a ahorrar durante bonanzas”; también recomienda la inclusión de políticas fiscales, financieras y de seguridad social para protegerse ante los inevitables ciclos en los precios de materias primas.

El informe, titulado “El ciclo de commodities en Latinoamérica: Espejismos y dilemas”, explica que las adversidades de la región son distintas a los “bruscos frenazos” de los flujos de capitales en los años 90.

Sin embargo comparten algunas causas, como “el fin de un auge insostenible de demanda interna” y las bajas tasas de ahorro.

La investigación del Banco Mundial señala que la economía de América del Sur se contraerá este año en una cifra que supera al 2 por ciento debido, en gran medida, a las recesiones en Brasil (que se contraerá en un 3,5 por ciento) y Venezuela (-8.3 por ciento). Según el documento el norte del continente —México, América Central y el Caribe— registrará un crecimiento de 2,5 por ciento.

Augusto de la Torre, economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, explicó en un comunicado que el margen de maniobra se ha reducido drásticamente para quienes diseñan las políticas económicas en la región, por lo que “se encuentran atrapados en un dilema entre lo que les gustaría hacer (estimular la economía) y lo que se ven obligados a hacer (reducir el gasto)”.

El Banco Mundial señala en su investigación que mientras los mercados latinoamericanos se ajustan a la “nueva normalidad”, es necesario mantener activas las reformas estructurales que promuevan el crecimiento.

El documento dice que el núcleo de la problemática radica en la “excesiva expansión de la demanda interna” de bienes y servicios, por lo que las medidas que se implementen deben tomar en cuenta esa demanda “con el fin de reforzar las tasas de ahorro” y la oferta para mejorar la asignación presupuestaria de los recursos y dinamizar la producción.

“Elevar la capacidad de ahorro del país debería reducir las tasas de interés necesarias para mantener la inflación bajo control,” concluye el informe del Banco Mundial, lo “que a su vez debería reducir los pagos de interés del sector público, permitiendo así reducir los recortes en el gasto social”.

Ernesto Talvi, director de la Iniciativa Brookings-CERES para América Latina, dijo en una entrevista que existen otros factores que explican el estado actual de muchas economías latinoamericanas, como la salida de los capitales foráneos que “inundaron” a esos países en el pasado reciente.

“El fabuloso crecimiento de la década pasada no sólo se debe al auge de las commodities“, comentó Talvi y añadió que América Latina fue uno de los mercados emergentes que recibieron grandes inversiones. “Se compraron propiedades, tierras, empresas, además hicieron depósitos, compraron acciones y se generó un boom de créditos activos, consumo e inversión. Ahora todo ese dinero se está yendo de nuestros países por las crisis de China, Rusia y Brasil, entre otros casos”.

El economista Juan Carlos Moreno-Brid, profesor de la UNAM y exfuncionario de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), es crítico de la noción simple de ahorro y advirtió en una entrevista que uno de los grandes retos de las políticas económicas debe ser frenar la desaceleración de la inversión publica. Explicó que el ahorro privado pasa por tener un “crecimiento decente, fuerte” pero en el sector público deben realizarse “reformas fiscales serias” y poner “la igualdad en el centro del modelo”.

Pese a las proyecciones del Banco Mundial sobre México, Moreno-Brid cree que no son tan buenas porque confirman que el país disminuyó su tasa de crecimiento para 2016, ubicada recientemente entre el 2 y 3 por ciento según el Banco de México.

“La Cepal también acaba de bajar sus proyecciones al 2,3 por ciento y hay un nuevo recorte al gasto público mexicano”, comentó Moreno-Brid y agregó que “para una economía que debe crecer al 5 por ciento anual esas no son buenas noticias”.

En cambio el experto pondera el caso de América Central y afirma que es una tendencia de larga data y obedece a que esas naciones no dependen de la fluctuación de los precios de productos básicos por lo que “la variación de los términos de intercambio no los afecta por ahora”.

Los errores cometidos

En un reciente artículo, el excanciller de México Jorge Castañeda hablaba de los errores cometidos por los gobiernos latinoamericanos de izquierda que no pudieron controlar las prácticas de corrupción, ni supieron administrar el auge de las materias primas con el fin de ahorrar para los “malos tiempos”.

Un estudio de la Iniciativa Brookings-CERES para América Latina muestra la estrecha relación entre la bonanza económica y los índices de aprobación de muchos mandatarios latinoamericanos.

Quienes terminaron su mandato entre 2010 y 2012 —en la época de gran crecimiento económico— cosecharon altísimos índices de aprobación, como Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y el primer gobierno de Michelle Bachelet en Chile (ambos con más de 8o por ciento) o Hugo Chávez en Venezuela y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina (ambos con 64 por ciento).

En la actualidad las cosas son muy distintas. El sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, tiene un 24 por ciento de aprobación y Dilma Rousseff, sucesora de Da Silva que enfrenta la posibilidad de un juicio político, apenas llega al 11 por ciento, según la investigación de Brookings.

Talvi, de la iniciativa de Brookings, afirma que la ciudadanía se ha desencantado porque en los diez años del auge económico “los políticos se atribuyeron todo el mérito y vendieron la ilusión de que el futuro iba a ser luminoso. De alguna manera las personas sienten que se les secuestró el futuro y eso tiene un gran costo político”.

Moreno-Brid cree que la convergencia de las “desafortunadas políticas macroeconómicas” con una crisis institucional generalizada explica algunos de los aspectos de esta problemática. “Una de las lecciones es que se deben establecer políticas orientadas a transformar la estructura productiva para reducir la dependencia de las materias primas. Si no esto siempre va a repetirse”.