Por Juan Cruz Triffolio
Sociólogo – Comunicador
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NEW YORK.- El doctor Leonel Fernández, estadista de tres períodos y parsimonioso político calculador, luce estar dispuesto, en cuerpo y alma, junto a algunos de sus fieles seguidores, a lograr un reposicionamiento de su liderazgo.
El mandatario peledeísta proyecta no estar en disposición de volver a saborear la cicuta que generó la amarga y lacerante experiencia que tuvo como escenario de cierre un atractivo resort de la región Este del país en donde la correlación de fuerzas partidarias cambió el curso de los vientos.
En pocas palabras, el doctor Fernández evidencia que lucha por «echar el pleito», nueva vez, y todo indica que comenzará temprano pues como reza la máxima popular: «camarón que se duerme se lo lleva la corriente».
Da la impresión que ha interiorizado que fue muy confiado y producto de una errática visión política su decisión de no tomar una determinación electoral, la mañana del domingo aquel, en el Palacio de los Deportes, cuando unos 19 senadores, 71 diputados y una masiva militancia peledeísta, pedían a viva voz su postulación como aspirante presidencial para el periodo 2016-2020.
De haber obtemperado al llamado en referencia, es innegable que la actual realidad político electoral del país y el perfil del liderazgo del leonelismo, no hubiese sufrido tantas agresiones ni laceraciones propias de las ingratitudes y las deslealtades.
La reelección y sus lastres horripilantes no hubiesen sido reeditados en el tablero eleccionario nacional y por tanto, la amenaza de una irresistible y abusiva reforma tributaria, en ánimo de cubrir otro hoyo fiscal, tampoco constituiría una irresistible cefalea, esencialmente, para los dominicanos de medianos y bajos ingresos económicos.
Hoy, se observa a un Leonel Fernández con aparentes pretensiones de reorganizar sus tropas sin importar que para tal propósito tenga que arroparse con el manto de la reelección que tanto censuró y en medio de caravaneos, besuqueos y visitas a dirigentes morados específicos, tratar de orquestar con tiempo un congreso legislativo que responda fielmente a su persistente proyecto y accionar presidencialista.
De esa manera, es innegable que el ex mandatario peledeísta habrá sopesado de forma serena y a profundidad cuál es el cuadro dirigencial que, al interior de su partido, tendrá que enfrentar, donde luce existe una especie de Sanedrín en el cual el doctor Leonel Fernández no da notaciones convincentes de gozar de los aires frescos de otrora.
Pero algo más, allí conviven, como fieras indomables, figuras que bajo el padrinazgo de otro ex mandatario, a partir de ahora con las experiencias y el poder de dos períodos de gobierno, quienes podrían emerger como candidatos viables para tronchar, en una segunda ocasión y aplicando un procedimiento tan cuestionable como el anterior, las persistentes aspiraciones del líder de los leonelistas.
En pocas palabras, el locuaz y acucioso Leonel Fernández, de continuar insistiendo en su propósito presidencial habrá de hacerlo a sabiendas de que está llamado a ser muy cauto con sus acciones para no herir susceptibilidades al gobernante de turno además de que tendría que demostrar, con hechos relevantes, su capacidad operativa para reintegrar a su favor las fuerzas que en el ayer integraban el denominado Bloque Progresista y otros representativos de sectores sociales que fueron leales y que en la actualidad no muestran interés en su regreso al solio presidencial dominicano.
Conocido es que al doctor Fernández siempre le favorecerán valiosos adornos para brillar en el batallar de la política, entre los cuales también podría agregarse el haber sido la diana de una singular campaña despiadada y soez en su contra que, al final, lo ha convertido en víctima, con tonalidades de triunfador para la posteridad.
También es cierto que no bastará, atendiendo a la dinámica que actualmente impera en el interior del partido morado, que trate de emocionar y comprometer a sus auténticos seguidores, como parece estarlo pretendiendo, con la sentencia de que «ganaremos el 15 de mayo, celebraremos el 16 y al otro día, 17, vamos para las calles» a iniciar con tiempo y de manera formal el proyecto presidencial en cuestión.
Persistir en esa apreciación implicaría caer en un infantilismo no propio de la formación, experiencia y manera de actuar del doctor Fernández, quien además tener la visión necesaria para comprender que su título de presidente del partido es fundamentalmente un calificativo protocolar, conoce a fondo que, dolorosamente, tanto para él como para sus adeptos y simpatizantes, «Ya El León no ruge como antes».
Con lo anterior tampoco se pretende insinuar que El León hoy sea un gatito pero, a decir verdad, «la pava no pone donde ponía» y existen «heridas que son incurables».
El proyecto presidencial leonelista luce navegar contra portentosas y perniciosas corrientes, tanto a lo interno como a lo externo del partido fundado por el profesor Juan Bosch, y por tanto, no están lejos de la realidad aquellos que sin ser eruditos en el campo del quehacer político nacional, presumen que para ser realmente potable, fuera de enfrentar y vencer obstáculos de gigantescas dimensiones, deberá generar una incisión dolorosa en la estructura de su organización partidaria.
Por el momento, es prudente dejar el tiempo discurrir y conforme a cómo se desarrollan los acontecimientos, ya será conocido, hasta donde es posible la real y persuasiva convivencia pacífica de un zorro y un león en el redil del peledeísmo por venir
A esperar pues…
Bethlehem, Pensylvania
Abril 30 del 2016