Desde que Donald Trump anunció sus planes de construir un muro en la frontera con México, los expertos y los votantes han estado debatiendo cómo funcionaría. Ahora, un par de artistas han ofrecido un ejemplo: construyeron un muro —o más bien el comienzo de uno— cerca del borde de Jacumba Hot Springs, California, una ciudad fronteriza, a unos 113 kilómetros del sureste de San Diego.
“Fueron necesarios cerca de 52 bloques”, dijo por teléfono David Gleeson, uno de los artistas, poco después de que él y su pareja, Mary Mihelic, construyeran su versión del muro de Trump. Está a 18 metros de la frontera real entre México y Estados Unidos, que ya cuenta con una valla.
Cubierto con un enorme anuncio publicitario de Trump por un lado, y adornado con fruta podrida, flores, artículos de limpieza y hardware, el objetivo del muro es simbolizar, dijo Gleeson, los efectos económicos que la reducción de la inmigración y el cierre de las fronteras tendrían en la agricultura, la industria y la vida doméstica.
La estructura es pequeña y remota; Mihelic espera que otros artistas sumen su trabajo a la obra.
“El arte debe estar más presente en estos momentos perturbadores y polémicos”, dijo Gleeson.
A causa de la promesa que hizo Trump de pedir a México que pague el muro, Gleeson y Mihelic enviaron una factura detallada por su obra a Enrique Peña Nieto, el presidente de México: 14.635,42 dólares por materiales y mano de obra (se divirtieron haciendo cuentas, dijeron, en honor a Trump). La dirección para enviar el pago es la de la Trump Tower.
El candidato republicano ha inspirado durante mucho tiempo el trabajo de Mihelic, de 51 años, y el de Gleeson, de 53, quienes trabajan como el colectivo de arte t.Rutt. Desde el otoño pasado, han cruzado el país en su antiguo autobús de campaña, que compraron en Craiglist, y han asistido a los mítines de Trump.
De forma surreal, remplazaron el eslogan del vehículo, “Make America Great Again” (“Haz que Estados Unidos sea grande de nuevo”), con uno nuevo: “Haz que el ponche de frutas sea grande de nuevo”. Sin embargo, a la mayoría de los simpatizantes de Trump con los que se encuentran, dijo Mihelic, les gusta el autobús.
El proyecto del muro se hizo sobre la marcha, pero legalmente: obtuvieron un permiso para utilizar una propiedad vacía de David Landman, un prominente propietario de bienes raíces en Jacumba Hot Springs.
La localidad, que tiene una población cercana a los 560 habitantes, solía llamarse Jacumba. Hace unos años, Landman y su esposa Helen compraron el deteriorado complejo Hot Springs Spa & Resort que está ahí y pidieron que se cambiara el nombre.
La pareja es dueña de casi 500 hectáreas, incluyendo la mayor parte de la zona comercial.
Cuando le preguntamos por qué estuvo de acuerdo en que se construyera el muro anti-Trump allí, Landman, de 69 años, se rio y dijo: “No sé, simplemente parece que es lo correcto en este momento. Soy alguien que actúa impulsivamente. Si no, no sería dueño de un pueblo”.
Lo que los artistas no sabían es que Landman es un republicano registrado que apoya una posible revisión migratoria. Pero no es un fanático de Donald Trump, dijo: “Creo que es grosero y vulgar, y un montón de otras cosas que dice la gente”. Aun así, agregó, probablemente vote por él.
Mihelic y Gleeson ahora se dirigen a Cleveland para asistir a la Convención Nacional Republicana.
No tienen planes de desmantelar el muro, a menos que su anfitrión se lo pida. Pero hay pocas probabilidades de que eso suceda: “Soy muy oportunista”, dijo Landman. “Si atrae a las personas para que pasen una noche en el hotel, lo dejaré ahí para siempre”.