Por Ing. Osiris De León
SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- “A partir de ahora, el que se meta a deforestar va preso”, esas fueron las palabras del presidente de la República, Danilo Medina, al hablar el pasado domingo frente a los agricultores de Hondo Valle para dar inicio a un proyecto de reforestación de más de 90 mil tareas que serán sembradas con árboles maderables, con plantas de café y plantas de aguacate, cuya inversión superará los 700 millones de pesos, para de esa forma tratar de recuperar el bosque depredado por haitianos y dominicanos en una zona fronteriza que al visitarla en julio pasado le dejó avergonzado al ver el altísimo nivel de deforestación de esas montañas ubicadas en el extremo occidental de la sierra de Neiba, y de lo que nunca fue informado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Danilo Medina ha dicho a los agricultores de la zona de Hondo Valle y Juan Santiago que: “Si no paramos esto ahora, en cinco, seis o diez años, tendrán que irse todos de aquí.
Es penoso como han destruido las montañas, eso hay que cambiarlo. Vamos a darles todo el apoyo necesario”, pero esas palabras de alerta del presidente deben ser repetidas con más y más frecuencia en cada visita sorpresa que se haga a nivel nacional, pues la depredación forestal para producir carbón vegetal para exportación se ha convertido en un tremendo negocio que compite en beneficios con los aserraderos de los años ‘40, ‘50 y ’60, cerrados drásticamente por Balaguer en 1967, pero reabiertos en años recientes con el elegante nombre de “planes de manejo forestal”, no obstante que cada uno es el mismo aserradero depredador de siempre, pero ahora con acta de nacimiento diferente. Danilo Medina ha dicho que este será el cuatrienio del agua, y si realmente queremos que nuestros ríos tengan más agua pura para nuestra gente, hay que ayudar al presidente a detener la abusiva tala de árboles en todas las cordilleras del país, pero principalmente en Constanza, Tireo, Valle Nuevo, Jarabacoa, Manabao, Juncalito, Jánico, San José de las Matas, El Rubio, Monción, Santiago Rodríguez, El Pino y Restauración, donde los aserraderos se emplazan por la libre, talan por la libre, las maderas cortadas son transportadas por la libre, y finalmente las venden por la libre, sin que aparentemente ninguna autoridad competente se dé por enterada y le diga al presidente que con la eliminación de los bosques se elimina la posibilidad de atrapar los grandes volúmenes de vapor de agua que forman las nubes estratiformes bajas que tocan las altas montañas, y de esa forma se reducen los caudales en los manantiales de las cabeceras de los principales ríos de nuestro país.
En todo este grave problema de la depredación forestal hay una mezcla irracional de intereses disímiles, donde unos actúan por subsistencia, otros por avaricia, muchos por ignorancia, algunos por inconsciencia, y la mayoría por indiferencia, pues de la única forma en que todo el mundo se suma efusivamente a una lucha ambiental, aunque no entienda la razón estructural, es si de por medio está alguna confrontación política antigubernamental en medio de un proceso electoral, o si el responsable directo de la depredación es un sector estigmatizado y odiado, como el sector minero, sector que ha sido etiquetado injustamente como el único enemigo del medio ambiente, lo cual no es cierto, pues es evidente que todas las malas prácticas de todos los sectores productivos contaminan y dañan el ambiente, aunque todos los ambientalistas sabemos que el mayor daño ambiental es la contaminación cloacal de nuestras aguas superficiales y subterráneas, y la generamos nosotros mismos con nuestros desechos corporales, pero ni ambientalistas ni sacerdotes harán viacrucis en contra de la contaminación cloacal porque les recordarán el versículo 7 del capítulo 8 del Evangelio de Juan, donde Jesús respondía claramente: “Aquel de vosotros que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.”
Si queremos que nuestros hijos y nietos dispongan de agua potable en ríos y arroyos, como era 40 años atrás, es necesario aplicar con toda rigurosidad esa expresión utilizada por el presidente Medina en el sentido de que “A partir de ahora, el que se meta a deforestar va preso”, y que todo el país vea que está preso de verdad, como lo hacía Balaguer contra los depredadores forestales irracionales (grandes y chiquitos), pues si no detenemos la deforestación, incluyendo la “legal”, autorizada y visible, y la ilegal, que es clandestina y nocturna, e iniciamos la inmediata reforestación de todas nuestras montañas, y al mismo tiempo comenzamos la construcción de alcantarillados sanitarios y plantas depuradoras de aguas residuales cloacales, en pocos años serán incontrolables las grandes protestas barriales por no tener acceso al agua potable, ya que con el cambio climático, y el crecimiento poblacional acelerado, cada día se irá tornando más y más limitado el acceso al agua potable para muchísimos ciudadanos, tanto en los sectores ricos como en los sectores marginados, no obstante que el acceso al agua potable, dentro de cada hogar, es un derecho fundamental consagrado para todo ser humano.