BERLÍN.- La Fundación Konrad Adenauer (KAS) destaca, en un estudio difundido hoy, la creciente importancia que tienen las redes sociales en la vida política latinoamericana, en donde el electorado espera que los partidos estén presentes en internet 24 horas diarias y siete días a la semana.
No obstante, el estudio advierte que las campañas digitales pueden salirse de control y que los movimientos sociales que surgen de ellas, si no logran una base institucional, vuelven a disolverse rápidamente.
El trabajo de la KAS toma como ejemplos fundamentales dos países, Argentina y Colombia, en donde los políticos han recurrido con asiduidad a las redes sociales en las últimas campañas electorales.
La KAS observa una diferencia clave entre los dos países.
Mientras en Argentina, tanto de parte de la oposición como de los partidarios de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la comunicación era de una sola vía y no se reaccionaba a las inquietudes de los usuarios, en Colombia la disposición a responder preguntas y comentarios por parte de los políticos era mayor.
El estudio hace referencia a un trabajo de campo de una agencia de comunicación de Buenos Aires que envió la misma pregunta a 200 candidatos a corporaciones públicas por diversos canales (Facebook, Twitter y correo electrónico) y sólo recibió respuestas en un 1 por ciento de los casos.
Con respecto a Colombia, el estudio atribuye un papel clave en la victoria electoral del actual presidente Juan Manuel Santos al uso que se le dio a las redes sociales en la parte final de la campaña en la que se alcanzó una comunicación directa con los electores.
«No se trató sólo de tener presencia en las redes sociales sino que se usaron todas las posibilidades de una campaña digital», dice el estudio.
Con respecto a los movimientos sociales, el estudio alude a las protestas contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner que surgieron de llamados formulados a través de facebook y de twitter.
Sin embargo, el efecto de las mismas se diluyó, al igual que el de los indignados en España o del «Occupy Wallstreet», al no lograr una base institucional.