El Estado mantiene grandes desafíos para lograr la igualdad de este segmento poblacional
POR KIRSIS DIAZ
SANTO DOMINGO DE GUZMAN, RD.- A Luis le “sacaron” los ojos. Iba a cumplir un año cuando una noche su madre se dio cuenta de que una de las pupilas del niño “brillaba como un bombillo”.
“Me quedé vigilante y a la semana lo llevé al médico. Cuando lo chequearon era un tumor canceroso, ya no veía nada de ese ojo”, relata Lila Remy, progenitora.
Le dieron quimioterapia por seis meses pero no funcionó, por lo que los galenos optaron por operarlo y extraerle el ojo. Al año su otro ojo se infectó y el doctor la puso a elegir: ¿la vida o la vista del niño?
“La vida, dije, era mejor que perder a mi hijo, pero lo sentí como un puñal, no aguanté las lágrimas”, manifestó la mujer haitiana. Desde entonces su vida cambió.
Mientras habla, el niño no para de jugar.
“¡Mira ma’, mira donde yo estoy senta’o!”, le dice y topa su mejilla para captar su atención. Se había subido en la parte de arriba de una ruleta ubicada en el patio del Centro para la Discapacidad Visual Olga Estrella, donde llegó a las ocho de la mañana para participar en un rally por la inclusión de los niños con discapacidad.
Luis espera su turno. Le colocan el número doce colgado del cuello. Ya diez niños han salido, Luis sostiene el bastón con su mano izquierda y con la otra, agarra a su madre.
Lisner Jiménez salió dos minutos antes que a él. Eran las 10:41 de la mañana y el calor del sol primaveral se hace sentir. Lisner es la única del grupo que hará el recorrido en silla de ruedas. A todos les acompaña un familiar.
María Hidalgo, madre de Lisner, empuja la silla con fuerza mientras las grietas de las aceras hacen que el asiento vibre. Cada cierto tiempo debe bajar o subir el contén pero pocas aceras en República Dominicana cuentan con rampas para minusválido por lo que dos adolescentes -asignadas por los organizadores del rally- ayudan a Hidalgo a cargar la silla.
Durante el trayecto Lisner nunca paró de sonreír. Tampoco dejó caer su tortuga de peluche, que cinco meses atrás, le regaló su hermanita de 14 años.
La niña tiene ocho años. Cuenta su madre, que cuando nació tenía una “hemiplejia cerebral”, lo que afectó su movilidad y el habla. Además, padecía de glaucoma congénita y, tras una operación, recuperó la visión, aunque no de forma óptima. El padecimiento hace que a Lisner le resulte difícil comunicarse.
“Nos levantamos a las 5:30 de la mañana para llevarla a la escuela. Como no tengo silla -la del rally es prestada- me la echo al hombro porque, aunque da pasos, se le dificulta caminar”, explica la mujer de 31 años quien debió abandonar la universidad por la condición de la niña.
“Como somos una familia pobre, debo trabajar, limpio en una oficina tres veces por semana y aquí nos dan el pasaje para llegar. Lo más difícil que he debido enfrentar son las calles en mal estado”, detalla.
Para Luis, con discapacidad visual, desplazarse por la vía fue más fácil. Sin embargo, las grietas de la calle y las aceras hacían que su bastón se atascara constantemente, con cada tropiezo, su brazo delgado, se echaba hacia detrás, pero no paraba. La acción pasaba rápido, aunque se percibía la incomodidad.
La hemiplejia cerebral puede estar presente en el nacimiento o adquirirse después. La causa subyacente es el daño al cerebro como resultado del flujo sanguíneo alterado. Su origen más común es el accidente cerebrovascular.
En República Dominicana un 12.3% de la población -alrededor de 1,160,847 personas- padece alguna discapacidad. De estos, 4.1% -129,972- son niños y adolescentes, una cantidad baja si se calcula fríamente y alta, si se analiza el impacto que tiene en sus vidas y la de sus cercanos.
Para ellos, hablar, escuchar, mirar, caminar es difícil, algo que para el resto de la población sin discapacidad -8,441,635- resulta sencillo.
La accesibilidad sigue siendo un desafío
La Encuesta Nacional de Hogares (ENHOGAR 2013), realizada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) a 91,769 personas con discapacidad destacó que el 53.7% de los ciudadanos con discapacidad físicomotora presentaban problemas con subir o bajar de un vehículo y acceder a estaciones o paradas. Los niños no estaban exentos.
Para esa fecha, en el territorio nacional se promulgó la Ley 05-13 sobre Igualdad de Derechos de las Personas con Discapacidad en la que se dejó claro la necesidad de trabajar para que este segmento poblacional tenga acceso efectivo al entorno físico, al transporte y al conocimiento. Pero poco se ha hecho. Ver adjunto
Durante estos años, según el encargado de la División de Accesibilidad Universal del Consejo Nacional de Discapacidad (Conadis), han trabajado con el programa “Saliendo del Escondite”, que busca dar a conocer en las comunidades las herramientas principales para que este proceso de inclusión plena pueda tener lugar, impartiendo talleres sobre accesibilidad, trato digno a las personas con discapacidad y asignación correcta de dispositivos de ayuda.
“A la fecha se ha visitado casi todo el país con la intensión de posicionar los temas y dar espacio a la creación de las políticas, a nivel central y local, ya que es necesario no solo que los ejecutores, ministerios y alcaldías, reconozcan los derechos de las personas con discapacidad, sino que también las mismas personas receptoras conozcan la ley y sus derechos y deberes”, precisó Robert Almonte.
En el país un 12.3% de la población padece alguna discapacidad, de estos, 4.1%-129,972- son niños y adolescentes.
Aunque el Conadis está facultado a solicitar por ante el Ministerio de Estado de Obras Públicas, la suspensión de una obra hasta que cumplan con las modificaciones de accesibilidad faltante, este organismo no lleva un control.
“No manejamos este tipo de datos sobre las cantidades de autobuses, edificaciones y aceras accesibles en República Dominicana, pero si podemos decirte que a finales del año pasado y en todo lo que va de año hemos venido promoviendo la “Agenda Municipal de Desarrollo Inclusivo” que ya está siendo implementada por la Alcaldía de Mao con el objetivo de incentivar el desarrollo local tomando en cuenta entre otras cosas la accesibilidad en el entorno mediante “Planes Municipales de Accesibilidad”. Esta misma agenda está en proceso negociación para su implementación en Cotuí, Nagua y Guayubín”, explica Almonte a una interrogante sobre las facilidades que encuentran los niños en el sistema.
De acuerdo al reglamento que los rige, esta institución debía además procurar que la disponibilidad de transporte adaptado en el país, fuera de no menos del 10% en el primer año de la promulgación de la ley, siendo progresivo el aumento del porcentaje, según la demanda y necesidades de la población. Sin embargo, hasta la fecha la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA) no cuenta con unidades pensadas para personas con discapacidad, contrario a otros países de la región.
Según la Ley, en todo complejo vial y/o medio de transporte masivo, incluidos los puentes peatonales, túneles o estaciones que se construyan en el país, se debe facilitar la circulación de las personas con discapacidad, planeando e instalando rampas o elevadores con acabados de material antideslizante que permitan movilizarse de un lugar a otro y deberán contar con la señalización respectiva. En las nuevas construcciones poco se ha tomado en cuenta.
Asimismo, en las principales calles y avenidas de las ciudades y pueblos, las autoridades correspondientes deben disponer la instalación de semáforos con señales sonoras que indiquen el cambio de luces para garantizar la circulación segura de las personas con discapacidad visual. Aún no se ha hecho.
Además, todos los sitios abiertos al público, de carácter recreacional o cultural, como teatros y cines, deben disponer de espacios determinados, para personas usuarias de silla de ruedas. A pesar de ello, los parques no cuentan con juegos pensados para niños con discapacidad.
A pesar de las limitaciones del Estado dominicano en materia de accesibilidad, la ternura de los niños no pasa factura a quienes deben velar porque sus derechos sean garantizados.