Por Dr. Antonio Contreras Berroa
La osteomielitis se produce como resultado de la lesión de una embolia séptica desde focos purulentos (forúnculo, angina, pielonefritis, mastitis) o ante la presencia de septicemia, y también, por el paso de la inflamación desde los tejidos blandos circundantes.
Los mecanismos de acción del ozono, comprobados en múltiples trabajos realizados al efecto, son: microbicida, bactericida, virucida, fungicida y parasiticida; se invoca, a la luz de los conocimientos más actuales, que en su reacción con los ácidos grasos insaturados de la membrana fosfolipídica produce una serie de peróxidos hidrofílicos que estimulan la formación de sustancias desoxigenantes, que actúan sobre la oxihemoglobina liberando oxígeno y por lo tanto, producen un aumento del suplemento de este en los tejidos.
Como estimulador de la oxigenación tisular, el ozono es capaz de activar los mecanismos oxidativos celulares de la glicolisis al actuar sobre los sistemas redox-glutation activando el paso pentosa-fostato que incrementa la transformación de la glucosa, además desagrega los eritrocitos haciéndolos más elásticos y permeables; tiene poder analgésico y antiinflamatorio, actúa como inmunomodulador según la dosis empleada, mejora los estados anémicos y de la circulación sanguínea.
La teoría más aceptada en su acción contra las bacterias es que este gas produce alteración de la membrana por ozonolisis de los ácidos grasos insaturados de la pared bacteriana.
Las infecciones óseas constituyen un flagelo de muy difícil solución pues muchas veces son rebeldes y refractarias a los intentos que se realizan para su curación, debido (entre otras causas), a la poca vascularidad que posee el sistema esquelético, la pobre fagocitosis que en el desarrollo y la dureza de su constitución, lo que dificulta en grado sumo la perfusión de los fármacos, quedando las bacterias encapsuladas años enteros en el hueso compacto, pudiendo reactivarse con un traumatismo o en una operación, además que el antibiótico controla la infección en áreas vascularizadas, pero no en aquellas en que la vascularidad no tiene acceso; hoy se poseen métodos de avanzada en su tratamiento, los cuales se combinan con los métodos clásicos y que tienen buenos resultados, como la oxigenación hiperbárica, la cirugía Láser y el ozono por solo mencionar a algunos.
Este último tiene gran poder oxidativo y una acción sobre los compuestos orgánicos mucho más selectivo, pudiendo reaccionar con algunos de ellos sin afe ctar a otros.
En conclusión:
A los efectos beneficiosos que con carácter general posee el ozono se añaden:
Mejora de la vascularización de los huesos y cartílagos, permitiendo una recuperación del anabolismo.
Efectos antiinflamatorios por acción del ozono sobre las prostaglandinas.
Analgésico y bactericida.
Efectos inmunomoduladores en las enfermedades autoinmunes.
Efectos tróficos sobre el hueso y los tejidos.
Bajos costos.
No tiene efectos secundarios.