Por Adalberto Domínguez
Durante los últimos años, ha habido una creciente necesidad de proveer servicios a un Mercado que se ha basado en los medios electrónicos de comunicación, vía Internet, para compa y venta, al extremo de que grandes empresas en el mundo han prescindido de gran parte de su personal de planta.
Sin embargo, la mayoría de empresas públicas y privadas requiere de las labores cotidianas de hombres y mujeres con su presencia física porque sus servicios y sus producciones no se ofrecen sólo para suplir la demanda de los consumidores por medio del Internet, y en procura de una mayor eficiencia optimizan la fuerza laboral, los medios de producción utilizados y el medio ambiente.
Hay varios factores que inciden en que la producción de bienes y servicios se vea entorpecida. Puede ser por empleados que al transcurrir de los años laborando en determinadas empresas, se creen ser dueños de las mismas y se convierten en entes avasalladores e improductivos.
En otros casos, responden a ciertas “islas” de poder que surgen como parte de la familiaridad en el diario trajinar compartiendo ocho horas o más de trabajo, aunque generalmente con esa actitud buscan protección para preservar el empleo.
Otra novedad consiste en la extra polarización de asuntos gremiales, políticos, religiosos y diferencia de opinión sobre determinados temas, a las fuentes de trabajo, donde ciertos empleados tratan asuntos familiares o particulares que en nada se relacionan con las funciones que se desempeñan en una empresa tanto del sector público como privado.
En la historia universal se registran casos en distintas naciones del mundo, tanto en empresas estatales, descentralizadas y semiautónomas como en las privadas, de empleados que se han dejado arropar por el egocentrismo de liderazgo, haciendo una desleal competencia con su propia identidad, diferente a las correctas motivaciones o estímulos para la competitividad en la producción que les hacen sus patronos.
En otro caso, muchas personas suelen acumular libros, periódicos, revistas, cepillos y pastas dentales, camisas, zapatos, trajes y otros objetos personales en los módulos o cubículos de sus fuentes de labores, como si se tratara de sus respectivos hogares, al extremo de que el cúmulo se torna tan enorme que imposibilita trabajar holgadamente y un mayor rendimiento. Y para colmo, hay empleados que después de dejar de servir a determinadas empresas, dejan artículos de su propiedad guardados en las mismas como si se tratara de un “Storage Rent” (Lugar de Almacenamiento).
Las condiciones de los lugares, medio ambiente, herramientas utilizadas y las tareas que se realizan donde se labora, deben ser tomadas en cuenta y coincidir con las características fisiológicas, anatómicas y psicológicas del trabajador así como con sus capacidades, para lograr una real eficacia de la empresa y sus objetivos en el mercado de bienes y servicios.
A veces se acumulan objetos personales o de la propia empresa debajo o encima de escritorios que entorpecen una eficiente labor y en este caso habría que tomar en cuenta si los dos pies están pegados al piso en un “apoyapiés”, las rodillas dobladas a un ángulo de 90 grados, los muslos y antebrazos paralelos al piso, si caben bien los muslos debajo del escritorio, la espalda apoyada bien por el respaldo, los brazos paralelos con el torso, las muñecas en posiciones neutrales, el cuello inclinado hacia adelante para ver documentos o la pantalla del monitor, y si se inclina o se encorva hacia adelante el empleado al escribir o realizar otros trabajos.
Es recomendable que los empleados no conviertan sus fuentes de trabajo en almacenes de nuevos y viejos objetos personales y que los gerentes empresariales tengan en cuenta la ergonomía para lograr incrementar la productividad y las ganancias de sus empresas, pues ello está regulado por la Oficina Internacional del Trabajo, secretaría permanente de la Organización Internacional del Trabajo, además de que cada ser humano debe regirse por un código de ética laboral sociable a la hora de ser empleado.