Justa medida de la DNCD

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Por Roberto Valenzuela

Cada vez que me toca ir a la sede de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) o a una de sus dependencias, salgo perturbado, con el alma rota de observar tantas madres tras sus hijos apresados. Es  notoria la cantidad de madres jóvenes solteras o de hogares disfuncionales. Sus hijos son adolescentes o saliendo de la adolescencia. Algunos están en los puntos vendiendo estupefacientes, “ganándose la vida”. Otros  han sido apresados con una pequeña cantidad para su consumo. Uno no sabe que es peor si el adolecente vendedor o el consumidor-enfermo.

Por lo anterior, debo puntualizar que soy malo (pésimo) para alabar funcionarios, pero luego de ver el trato humano a los jóvenes adictos, debo hacer una excepción con el presidente DNCD, vicealmirante Edmundo Félix Pimentel. Que conste: nunca he tenido el placer de conocer este alto oficial. Él ha sido partidario de que la lucha contra las drogas se enfoque en la prevención y fortalecimiento de las entidades que se dedican a la sanación o rehabilitación de los adictos para que lo devuelvan a la sociedad como hombres y mujeres de bien.

El vicealmirante sostiene que cuando a un joven enfermo se le apresa con una pequeña porción de drogas para el consumo hay que tratar el caso con sumo cuidado, porque al ir a una cárcel pasa a ser una carga para el Estado y un problema  grave para la familia.

Al ser un drama tan delicado, a su llegada al cargo pidió que no se les violen los derechos humanos a esos muchachos enfermos, pues comentó que el problema son “los pejes gordos”;  e hizo más eficiente la lucha en contra del flagelo, creando la aplicación tecnológica Sociedad Empoderada Reporta (SER). Fue creada por expertos tecnológicos de la DNCD y trabajan más de 500 técnicos: permite a los ciudadanos, sin arriesgarse a ser descubiertos, ayudar al combate del narcotráfico denunciando sus operaciones. Antes, usando la modalidad del teléfono y correo electrónico, se hacían 8 denuncias en un mes, ahora se han hecho 42 y más denuncias en igual tiempo. 

Igualmente, para obtener un mejor rendimiento de los agentes, desde que llegó al cargo Félix Pimentel mejoró los salarios de los miembros de la DNCD. Mejoró la comida que recibían, procuró ayuda para medicamentos; ordenó que a los miembros de bajos rangos se le de una asignación para el pago del Metro de Santo Domingo, que una de sus estaciones pasa al lado de la sede central de la DNCD. 

Siempre he dicho que si las agencias de seguridad dan un trato humano a sus miembros, eso se traducirá en buen servicio a los ciudadanos. El método del vicealmirante Félix Pimentel se debe extender a la Policía y Fuerzas Armadas: a los agentes se le debe mejorar la condición de vida; y cuando violen la Ley, actuar contra ellos sin contemplación, como en el caso de San Juan y La Romana.