Por Roberto Veras.-
Si dejas que tus derrotas te conquisten, penetrarán en tus pensamientos y erosionarán tu yo interior. Los reveses son inevitables en este viaje llamado vida y ninguno de nosotros es inmune a ellos
La derrota nos persigue en el trayecto de nuestra existencia y nos acompaña toda nuestra vida, ya sea nuestra: salud, relaciones, carrera política o finanzas. Cada uno de nosotros tiene una historia donde la derrota se afianzó en nuestras mentes.
Algunas personas retroceden ante el dolor, mientras que otras se enfrentan al desafío y superan sus barreras para la derrota.
Los desafíos están en todas partes, pero no debemos renunciar a la esperanza de un futuro mejor. No debemos creer que somos impotentes ante nuestras derrotas.
A veces puede sentir que la vida se impone sobre nosotros de una manera cruel e injusta. Podemos querer retirarnos hasta que nos sintamos listos para emerger nuevamente.
Este no es necesariamente un mal plan, aunque no debemos permanecer abatidos o nuestra autoestima y nuestro carácter se verán comprometidos si no nos enfrentamos a nuestros desafíos.
No puedo explicar por qué nos suceden cosas desagradables, ni querría la carga de tratar de resolverlo. Me he dado cuenta de que es una pérdida de tiempo y perdida de energía tratar de comprender por qué suceden las cosas desafortunadas.
Si busco el significado en los eventos de la vida, me enredo en el problema y me alejo de una solución. Sin embargo, si lo acepto y me levanto de nuevo para sacudir los fragmentos de la derrota, me doy cuenta de que la vida no es una historia de ser derribado, sino de cuántas veces nos levantamos, y es lo que hace la diferencia.
Si podemos invocar nuestro poder interior y aprovechar nuestras dificultades para superarlas, podemos navegar en aguas más suaves sabiendo que habrá momentos en que el mar de la vida será difícil, pero cuando pase la tormenta, volveremos a navegar sin problemas. Es por ello que no debemos renunciar a la esperanza de tener un futuro mejor.