Por Jorge Barreno
CHILE.- Tras varios meses de investigaciones periciales continúa el culebrón para averiguar si el poeta chileno Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura, fue asesinado por las huestes del general Augusto Pinochet, o si por el contrario, murió como consecuencia de un cáncer de próstata, como se creía hasta ahora.
El ministro en visita Mario Carroza, el juez que está encargado de determinar las causas de muerte del poeta, ha pedido exámenes de ADN para confirmar si los restos exhumados durante el pasado mes de abril corresponden realmente al poeta Pablo Neruda.
Hay que recordar que un grupo internacional de peritos llevó a cabo la exhumación el pasado 8 de abril en Isla Negra, una pequeña localidad costera situada a unos 135 kilómetros de Santiago de Chile, donde el poeta residió durante los últimos años de su vida. Los expertos extrajeron de las profundidades terrestres los huesos de Pablo Neruda, que posteriormente fueron enviados a Carolina del Norte, en Estados Unidos, y a la Universidad de Murcia, en España.
La exhumación se inició después de que Manuel Araya, el chófer del Premio Nobel de Literatura, denunciara públicamente durante años que los esbirros de Pinochet habían inyectado al escritor una sustancia para terminar con su vida. Acto seguido el Partido Comunista presentó una querella que planteaba la posibilidad de haber fallecido envenenado, y no producto de un cáncer, como constaba en los documentos oficiales.
Dudas
La resolución para llevar a cabo los exámenes de ADN, que determinarán que el cuerpo exhumado corresponde al poeta chileno, se ha adoptado a petición del abogado querellante en la causa, Eduardo Contreras.
«La diligencia es crucial, pues existen dudas respecto a si los restos que estaban sepultados en la residencia del poeta en Isla Negra pertenecen al poeta», ha manifestado Contreras en reiteradas ocasiones.
Las dudas surgieron como consecuencia de los diversos traslados que sufrió el cadáver del poeta, ya que primero fue sepultado en la tumba familiar de un amigo y luego trasladado, hasta en dos ocasiones, hasta quedar definitivamente en Isla Negra.
Además de por los diferentes traslados de los restos del poeta, Eduardo Contreras y los representantes del Partido Comunista chileno fundamentan sus temores en el denominado «traslado de televisores», nombre en código que aplicó la Dictadura de Augusto Pinochet para el desentierro de huesos de las víctimas del régimen militar que habían sido sepultadas en fosas ilegales, para ser luego dinamitadas y tiradas al mar.
Desde que comenzó el proceso de exhumación ha habido diversos temas controvertidos. Rodolfo Reyes, sobrino del escritor, y Manuel Araya, chófer del matrimonio Neruda, expresaron sus dudas sobre el equipo de forenses que llevan a cabo la exhumación y acusan a la Fundación Neruda de «obstaculizar la investigación».
Muestras de sus padres
El magistrado Mario Carroza ha explicado que «la orden será remitida al Servicio Médico Legal (SML) para que realice los peritajes correspondientes para determinar, de manera científica, la identidad de las osamentas tras la exhumación del cuerpo de Neruda».
El juez añadió que «estamos oficiando al Servicio Médico Legal para que ofrezcan todos los recursos necesarios para su identificación con sus familiares más cercanos de acuerdo a nuevos procedimientos. Si el ADN no coincide con el de sus familiares, estaríamos en condiciones de confirmarlo con muestras de sus padres, que se encuentran inhumados en el sur del país».
Hace unos días, el investigador mexicano Mario Casasús publicó un artículo en el que dio a conocer el testamento inédito de Matilde Urrutia, la mujer de Pablo Neruda. En el documento se describe la creación de la Fundación Cantalao, una aldea para becar a los jóvenes poetas y artistas que posibilitara el desarrollo de las letras en las nuevas generaciones de latinoamericanos, incluyendo a los indígenas.
Sin embargo, la Fundación Cantalao se convirtió en la Fundación Neruda, algo bien distinto. En los libros ‘Sombras sobre Isla Negra. La misteriosa muerte de Pablo Neruda’ (de Mario Amorós) y ‘El doble asesinato de Neruda’ (de Francisco Marín y Mario Casasús), los principales investigadores de la vida del poeta, sus autores sugieren que Matilde consumó la traición a Neruda entregándole su legado de bienes, casas y derechos de autor a Juan Agustín Figueroa, un hombre conservador y ambicioso que tenía vínculos con La Dictadura.
Casasús afirma además que el abogado Juan Agustín Figueroa falsificó la cláusula relativa a los puestos «vitalicios», pues Neruda había designado a dos personas de su confianza en el Consejo directivo.
Según Casasús, «el resto de los integrantes de la Fundación se debían alternar de acuerdo a la decisión de las universidades chilenas, de la Sociedad de Escritores (SECH) y de la Central Única de Trabajadores (CUT), pero en ningún caso estaba contemplado el carácter vitalicio de la familia Figueroa, propietarios actuales de la Fundación Neruda». Queda Premio Nobel para rato