POR TANIA MOLINA
SANTO DOMINGO, RD.- La cifra todavía sorprende, aunque no es nueva. Más de la mitad de los niños en República Dominicana vive sin uno de sus padres o sin ninguno. Las razones son diversas: manifestaciones de violencia intrafamiliar (en especial feminicidios), muerte, abandono y otros factores asociados a la pobreza del núcleo familiar.
El dato lo arrojó la Encuesta Demográfica y de Salud (Endesa) 2013, que muestra que solo el 48% de los niños vive con sus dos padres.
Aldeas Infantiles SOS también lo presenta en su “Estudio de la situación de los niños y niñas que han perdido o están en riesgo de perder el cuidado parental en República Dominicana (CRSA)”, en el cual plantea su preocupación por que cada vez son menos los menores de edad que viven con ambos padres. En 2002 era un 56%, pero para 2007 el porcentaje había descendido a 50% (la mitad), según los resultados de la Endesa para esos años.
Aldeas Infantiles alerta, sobre todo, de la vulneración a los derechos de la niñez que hay detrás de las cifras y de las causas que generan esa situación.
“Uno de los factores principales es la violencia”, cita Raquel Santos asesora nacional de Desarrollo de Programas de Aldeas Infantiles SOS Dominicana.
“La violencia intrafamiliar se mantiene como una de las causas principales, la permanencia de creencias que tenemos respecto a los roles de hombres y mujeres, hace que se produzcan separaciones, pero primero (a esas separaciones) se han dado situaciones donde el niño se ve expuesto a todos los tipos de abusos”, comenta.
Santos hace hincapié en los feminicidios y en la cantidad de niños que perdieron el cuidado de sus madres, víctima de la violencia que ataca a las mujeres por su condición de género. Este año, y hasta el pasado 11 de noviembre, la Procuraduría General de la República registra 63 feminicidios.
En el país no existen registros exactos de la cantidad de niños que perdieron a sus padres a causa de un feminicidio. El protocolo de atención a huérfanos por feminicidio que tiene la Vicepresidencia de la República, junto al Ministerio de la Mujer y el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (Conani), registra 570 niños, niñas y adolescentes hasta septiembre de este 2019, de los que 172 vivían en las casas de acogida antes de que ocurriera el suceso.
Sin embargo, solo se incluye a los que se acogen al protocolo. Rita Aponte, encargada de dicho protocolo de parte del Ministerio de la Mujer, indica que la mayoría de los menores quedan al cuidado de algún familiar, a cuyas familias se les da seguimiento.
En 2011, el estudio “Factores psicosociales en hombres internos por feminicidios en el Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria en República Dominicana”, encontró que 59 de los privados de libertad entrevistados habían procreado 103 hijos, tanto con sus víctimas como con otras mujeres.
Basados en dicho estudio, realizado por la Procuraduría General de la República y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), algunas entidades estatales estiman en 2.5 el promedio de niños, niñas y adolescentes que quedan huérfanos por cada feminicidio.
Al analizar la situación de crianza y orfandad de menores de 15 años en República Dominicana, la Endesa 2013 señala que 12.5% vive sin ninguno de los padres, el 34% vive solo con la madre, y el 4.4% solo con el padre. También, que al 3.9% se le murió uno de sus dos progenitores.
A Robin Peñaló le tocó vivir su niñez alejado de sus padres. Su madre murió de cáncer cuando él tenía apenas 4 años y su padre no pudo con su cuidado y el de otros tres hermanos, todos menores de edad.
A sus 22 años, todavía conserva algún recuerdo de cuando su madre lo sentaba en sus piernas y le abanicaba con cartón mientras su mirada se perdía en la luna que a veces iluminaba sus noches en el sector Villa Mella, en Santo Domingo Norte.
Con la muerte de su progenitora, él, su hermana de 6 años, y su hermano de 8, fueron a un hogar de acogida, mientras el mayor, de 10 años, quedó bajo el cuidado del padre que para entonces trabajaba como agente de seguridad nocturno en una institución estatal.
Robin y sus dos hermanitos vivieron en una de las tres casas de acogida que tiene Aldeas Infantiles en el país. En ese hogar, asegura, no le hizo falta amor ni cuidados y recibió la orientación necesaria para que hoy sea el joven que se abre paso en la sociedad con base a su trabajo.
A su padre le veía los fines de semana y, con cierta resignación dice que, si hubiera crecido con su progenitor, tal vez fuera un músico típico como su papá y su hermano mayor.
Aldeas Infantiles acoge en la actualidad a 342 niños y niñas, que llegan por razones diversas, siendo la orfandad, los conflictos con la ley y el uso de drogas de parte de los padres, las principales razones de la llegada. También se hacen solicitudes directas de padres que dicen “no aguantar más” a sus hijos.
“Vienen muchas personas, a decir que ´no aguantan´ los niños, entendiendo que serán acogidos; personas en edad y condiciones productivas, pero no podemos recibirlos así”, comenta Santos.
El abandono de los hijos es la principal razón por la que Conani recibió niños y niñas el año pasado. La entidad reporta 648 menores acogidos en hogares de paso en 2018, de los que 122 ingresaron por abandono, 97 por abuso físico y 72 por abuso sexual. También hay 48 por negligencia familiar.
El divorcio también tiene su cuota, sobre todo en niños entre 5 y 7 años de edad. Las estadísticas naciones de divorcios muestran una tendencia alcista, al pasar de 12,821 en 2011 a unos 24,772 en 2018, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
La pobreza sigue siendo otra de las razones por las que niños y niñas no viven con sus padres biológicos. Terminan en casa de tíos, abuelos, primos y otros allegados o conocidos, por la creencia de los mayores de que podrán asegurarles una mejor educación y alimentación en otra parte.
“Para el 43.45 % de los niños, niñas y adolescentes dominicanos, la garantía de sus derechos está seriamente comprometida y limitada por las condiciones de pobreza de su familia”, plantea el estudio de Aldeas Infantiles, basado en los porcentajes de niños en los dos últimos quintiles de pobreza al 2013.
Pero Raquel Santos alerta sobre los riesgos a que se exponen los menores de edad en los hogares de hecho.
“El hogar de hecho es algo muy frecuente y se da mucho desde lo rural a lo urbano, cuando una tía o una prima necesita a alguien que la apoye. Pero en esas situaciones se dan distintas vulneraciones de derechos que muchas veces pasan por el trabajo infantil, pero también se dan abusos”, insiste. También refiere situaciones de discriminación y abusos sexuales, con las consecuencias que tienen para el pleno desarrollo físico y emocional de niños y niñas.
“No es la totalidad de los casos, pero hay que reflejar los riesgos que hay detrás de los hogares de hecho”, añade.
Santos ve necesario que los organismos que trabajan el tema de la niñez en el país pasen de una vez y por todas a la ejecución de planes coordinados, basados en estudios serios sobre la situación, que permitan atender la problemática con la seriedad que demanda.
Algunos de los indicadores del riesgo de perder el cuidado de padres para los niños vienen dados por padres privados de libertad, madres con uso problemático de alcohol y drogas, con enfermedades mentales, que son las más generales.
Aunque se tiene la creencia de que los niños que llegan a un albergue es producto de orfandad, en el caso específico de Aldeas Infantiles, solo un 5% será llega por ese motivo.