POR GRAZIELLA POGOLOTTI
Durante la República neocolonial, los periódicos dedicaban amplias secciones a la llamada crónica social. Para los reporteros que cubrían el sector, era una tarea fácil y la mejor remunerada entre todas. De acuerdo con la comprensión recibida, se distribuían en distinto grado adjetivos, epítetos, siempre los mismos, salpicado todo ello con algunas palabras en francés. En la descripción más o menos profusa de bodas, bautizos o cumpleaños de la distinguida jeune fille, podía incluirse, pago mediante, la mención al jardín encargado del adorno floral. A pesar de la monótona aplicación de fórmulas rutinarias, razón probable de una lectura aburrida, el espacio disponía de numerosos lectores, personas que nunca hubieran alcanzado acceder a ese mundo privilegiado, pero conocedoras del rango de los apellidos, de las relaciones de parentesco y de los títulos nobiliarios, adquiridos mediante pago por parte de emigrantes enriquecidos, como fuera el caso de la condesa de Revilla Camargo, hija de Chichón Gómez Mena y propietaria de la fastuosa residencia ocupada en la actualidad por el Museo de Artes Decorativas, entorno opulento escogido por Alejo Carpentier para ambientar algunos pasajes de La consagración de la primavera.
Para los asiduos lectores de origen modesto, recorrer esas páginas constituía un modo de penetrar en un mundo inaccesible a través del ojo de la cerradura, de franquear así las puertas cerradas, de estar dentro, de pertenecer y participar desde la distancia. Ese mecanismo sicológico ha sido ampliamente utilizado con propósitos políticos y comerciales y tiene hoy un inmenso efecto manipulador de conciencias. Se desarrolló con el star system para crear una aureola alrededor de estrellas efímeras que fascinaban a través de las pantallas. Con clara intención propagandística, se filtraban a la prensa informaciones sobre secretos de alcoba, muchas veces ficticios, al punto de cercar a actores y actrices con un verdadero acoso, privados del necesario refugio en su intimidad, zona invulnerable para la dignidad humana.
Las revistas del corazón hicieron lo suyo. Por el ojo de la cerradura se observa la intimidad de las dinastías monárquicas. Después del derrocamiento del sha de Irán, uno de los tiranos más implacables de la historia, millones de lectores se identificaron con el drama de la princesa Soraya, causado por su infertilidad. A la manipulación política se añade el empleo de estos mecanismos con fines comerciales. La investigadora canadiense Naomi Klein ha desmontado el proceso de construcción del culto a las marcas. Siempre efímeros, la proyección mediática multiplica los íconos. Proceden de la farándula y del deporte. Portar los tenis asociados con un célebre jugador de básquet equivale a pertenecer, de manera ilusoria, a su mundo selecto. La economía y la política van de la mano. Transmitidas en tiempo real, las imágenes edifican una franja juvenil ficticiamente universal, despojada de origen clasista y de contextos nacionales específicos. Se introduce en las más empobrecidas favelas. La individualidad se sumerge en una identidad grupal.
El poder hegemónico ha sabido poner a su servicio el conocimiento acumulado por las ciencias sociales, la sicología y la sociología en particular, saberes que conformaron históricamente una vía de diagnóstico para la acción revolucionaria y nutrieron las fuentes originarias del marxismo. A lo largo de nuestras vidas vamos dejando huellas en el espacio público y en nuestra comunicación a través de las redes sociales. Con esos datos se configura el perfil específico de nuestra personalidad individual y se revelan los puntos vulnerables de cada uno. Se descubre, sobre todo, el fondo oscuro de una memoria colectiva remota en la que residen atávicos fundamentalismos cargados de racismo, homofobia y rechazo a las políticas de género. Sobre esa plataforma, se apuntala la ideología fascista que asoma por todas partes, falsa salida para la crisis que atraviesa el mundo contemporáneo.
Corresponde a la izquierda y, en particular, a los sectores progresistas latinoamericanos, elaborar una plataforma programática atenida a las realidades del mundo actual, teniendo en cuenta el estrecho entrelazamiento entre factores objetivos y subjetivos. Es ineludible también desentrañar las esencias del imperialismo contemporáneo en lo económico y en sus vías de acción política. En estas últimas se combinan nuevas formas de subversión con la tradicional alianza con las oligarquías nacionales y la consiguiente implementación de golpes de Estado. En la década de los 90, después de la caída del campo socialista, con respaldo académico, se diseminaron ideas orientadas a un renovado ejercicio de dominación global. Se habló entonces del fin de la historia, del choque entre civilizaciones y del fin de las ideologías. Fue un barraje engañoso, un anzuelo para incautos y para algunos defraudados. Por el contrario, las contradicciones se han agudizado. Los estallidos sociales se manifiestan en todas partes. Bajo el volcán aparentemente silencioso, subsiste la lava ardiente. La ideología se expresa en lo conceptual y permea la vida cotidiana en la concreta formulación de los proyectos de vida. La respuesta no puede ser simplista. Requiere conceder la debida prioridad al pensamiento creador.
(Tomado de Juventud Rebelde)