Por Juan Cruz Triffolio
El Comité del Dominicano en el Exterior, mejor conocido como el CODEX, es una de esas instancias organizativas que, desde algo más de tres décadas, viene sirviendo de canal de expresión y desahogo de las diversas necesidades que arropan a los laboriosos y esforzados criollos que por innumerables razones tuvieron que asumir a la denominada Gran Manzana como escenario para su cotidiano subsistir.
Guiado por tan nobles propósitos, Máximo Padilla, su fundador-presidente, acompañado por algunos dinámicos y expresivos dominicanos residentes en La Babel de Hierro, ha puesto a circular un interesante documento de cinco (5) puntos básicos en donde sintetiza las necesidades más sentidas y perentorias que esperan ser atendidas en lo inmediato por la cúpula política-partidaria que en el presente ha mostrado interés en ocupar el solio presidencial en mayo venidero.
Se trata de una expresión viva de la deuda histórica que han acumulado varios de nuestros gobernantes con este importante conglomerado social en el exterior que, concretamente, en los actuales momentos, deja al desnudo el poco interés mostrado por el gobierno que encabeza el licenciado Danilo Medina Sánchez, en contribuir con hacer más llevadero y vivible el diario subsistir de los miembros de la llamada diáspora dominicana en la atractiva Capital del Mundo.
En el pliego de necesidades presentado por el CODEX, distribuido desde hace unos meses entre importantes instituciones gubernamentales del país, sin hasta ahora recibir la atención debida y concreta, -contenido que más adelante reproduciremos-, se evidencia que, para el gobernante Medina Sánchez, los dominicanos y dominicanas residentes en New York, a pesar de su enorme y valioso aporte a la economía nacional, lucen ser ciudadanos y ciudadanas de cuarta o quinta categoría, sin dolientes ni protectores en el sector oficial nacional.
Tal realidad, amarga y lironda, asume mayor cuerpo cuando con frecuencia, por las diversas y ruidosas calles y avenidas neoyorquinas, se expresa, a viva voz, que el presidente Danilo Medina Sánchez, en su casi ocho años de gobierno, nunca ha visitado el Alto Manhattan (Washington Hight), epicentro de la convivencia de los nacionales en la urbe neoyorquina, porque entre sus placeres parece estar, en primer plano, el disfrute en famosos y confortables hoteles de cinco (5) estrellas, ubicados en la privilegiada zona baja de New York (downtown), donde las rutilantes luces y los empinados rascacielos deslumbran a cualquiera de los mortales.
Si en verdad, el gobernante dominicano aquilatara en su justa dimensión a los abnegados y espartanos miembros de la llamada diáspora dominicana, radicados en la urbe neoyorquina, es lógico pensar que el CODEX, ni ninguna otra organización representativa de las tantas que funcionan en el exterior, tendría la necesidad de plasmar en un papel, como de hecho ha ocurrido, las siguientes peticiones, citamos:
“Que sea revisado el costo y la documentación que se le requiere a los dominicanos en el exterior…
Que sea creada una oficina la cual defienda las inversiones hechas en el país por los dominicanos residentes en el extranjero…
Que sea creada una ley aduanal que incentive a nuestros dominicanos en el exterior con el fin de promover facilidades para su retiro al país, igual como lo tienen otros países…
Que sean revisados los impuestos cobrados excesivamente a los dominicanos y sus descendientes al momento de comprar sus tickets aéreos…
Que sea impulsada una campaña publicitaria masiva a los hijos de dominicanos graduados en el exterior que quieran venir a poner sus conocimientos adquiridos en beneficio del progreso de sus país”.
Tal como es posible advertir en las peticiones anteriormente formuladas se trata de medidas política-administrativas de poca complejidad al momento de su decisión y aplicación siempre que existiera en el mandatario de la nación una real identificación con el presente y el futuro de quienes las han formulado.
En términos general, se habla de requerimientos simplones pero de repercusiones trascendentales para una colectividad esforzada y trabajadora que merece ser atendida sin pérdida de tiempo.
Reaccionar negativamente ante este válido y reiterado clamor no sería más que confirma estruendosamente que, “cuando no se quiere, no se puede..!!”.
Así de simple…