Por Miguel Cruz Tejada
NUEVA YORK._ Los muertos que escasamente son velados en las funerarias locales, son sometidos a un proceso de desinfección y luego puestos en ataúdes especiales y sellados para evitar el contagio de la pandemia, mientras los deudos, incluyendo familiares inmediatos, tienen que entrar a las salas fúnebres en grupos separados de 10 en 10 dolientes.
Aunque la mayoría de los cadáveres están siendo cremados y muchas de las funerarias, están ofreciendo los llamados “tele velorios” que se hacen por transmisiones en vivo, con el servicio religioso, son pocos los difuntos que están recibiendo presencialmente el último adiós con las ceremonias tradicionales de cuerpo presente.
Tampoco se les están celebrando misas en las iglesias, debido también a las disposiciones de las autoridades y la arquidiócesis de Nueva York, que cerró todas sus parroquias y canceló los servicios para evitar el contagio.
En barrios como el Alto Manhattan, donde los dominicanos se apegan a las tradiciones religiosas y la cultura de velar y sepultar los muertos, hasta en ceremonias especiales, parte de sus principales funerarias, la Ortiz Funeral Home en avenida Broadway y la calle 192, la Rivera en la avenida Saint Nicholas y la calle 173 y la McGonell en esa misma avenida y la calle 175, han visto decaer drásticamente las peticiones para velar los muertos.
Además, la ciudad determinó que la Oficina del Médico Forense, no debe entregar los cadáveres antes de que se confirmen los resultados de las pruebas del coronavirus, recomendando que en vez de velarlos, los cuerpos sean incinerados.
En los cementerios, durante el proceso de cremación, los deudos que tienen que quedarse dentro de los vehículos ya que tampoco se pueden acercar a los cuerpos ni entrar a los crematorios que funcionan en todos los campos santos de Nueva York.
“Entristece mucho más cuando uno no puede despedir personalmente a un ser querido”, dijo el dominicano Avelino Guzmán, que trabaja como mecánico en una calle del Alto Manhattan y perdió un pariente cercano la semana pasada por el coronavirus.
“Ni siquiera pudimos velarlo, era mi primo hermano que ya tenía más de 70 años y fue contagiado, fue llevado grave al hospital, se le trancó la respiración, la fiebre no le bajó nunca y murió en la emergencia”, añadió Guzmán.
Las funerarias, al igual que los comercios, también están siendo afectadas por pérdidas de millones de dólares por falta de sus operaciones.
Una empleada de una de las casas funerales del Alto Manhattan, que no quiso identificarse explicó a este reportero que trabaja “arreglando” los cuerpos antes de ponerlos en el ataúd, procedimiento que está resultando difícil en este momento, ya que las funerarias tuvieron que los protocolos y los métodos, antes de meterlos en los ataúdes.
Explicó que primero los cuerpos son desinfectados, algunos enfundados en una cubierta plástica especial y sarcófagos son especiales, porque se hacen de un material no común y se sellan.
Desde que explotó la propagación del COVID-19 en Nueva York, en las funerarias del Alto Manhattan, acostumbradas a tener cientos de personas en velatorios especialmente de figuras conocidas, hay cero movimiento por el día y la noche.
Los horarios para velar cuerpos siempre son en la tarde, dependiendo del que escojan los deudos.
Unos se hacen entre 2:00 de la tarde y 8:00 de la noche y los otros, entre 4:00 de la tarde y 9:00 de la noche.
Las funerarias Ortiz y Rivera, cuentan con varias salas que por ahora permanecen vacías.