Por JUAN CRUZ TRIFFOLIO
Sociólogo – Comunicador
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– Fotos: José María Díaz –
Eran los tiempos en que todavía creíamos ser dueños de la imponente Bahía de Las Águilas, ubicada en el hermoso y fascinante procurrente de Barahona.
Para entonces, tropezábamos con las iguanas y con la gran variedad de cactus que exhibían flores diminutas y de intensos colores.
Prevalecía un aire fresco, limpio y saludable en medio de tan majestuoso regalo de la naturaleza.
Por eso, entre otras razones, es entendible que el ojo humano quiera adueñarse de semejante panorama pero, bajo ningún concepto, es aceptable que el ojo de la Patria sea cerrado ante el vil atropello que laceraría las entrañas de la tierra del patricio Juan Pablo Duarte.
Dominicano, es hora de despertar, no dejes que la avaricia de unos pocos, apadrinados por alcahuetes y cómplices, se robe un patrimonio nacional en donde se exhibe la riqueza y la belleza de una media isla que ha de ser disfrutada a plenitud por la totalidad de sus laboriosos pobladores.
En todas las sociedades civilizadas se protegen las áreas únicas en donde la interacción humana con la naturaleza converge en armonía como derecho de vida, preservándolas y disfrutándolas a plenitud, sin obviar que en un mañana también deben estar disponibles en su forma natural para las generaciones por venir.
No manifestar la indignación ante semejante atropello es constituirnos en cómplices de una expresión de la barbarie que lacera el alma nacional.
Bahía de La Águilas es de todos..!!
Bahía de Las Águilas es dominicana..!!