Por Miguel Cruz Tejada
NUEVA YORK._ En Lawrence, la ciudad de Nueva Inglaterra con mayor población dominicana cuya inmigración comenzó en 1960, la mayoría de los concejales se oponen al toque de queda por el coronavirus, propuesto por el alcalde dominico –boricua Daniel Rivera, con el apoyo de varios ediles.
De los nueve representantes municipales que tiene la ciudad en el ayuntamiento, cinco votaron en contra de la propuesta en una sesión virtual, alegando que todavía en Lawrence no hay condiciones extremas para restringir las libertades públicas, y la mayoría de los ciudadanos están respetando los protocolos de distancia social, y usando mascarillas y guantes.
Mientras la Junta de Salud de Lawrence, publicó la noche de ayer miércoles, que hay 1,270 casos confirmados con 51 muertos y el pánico aumenta entre sus residentes, los concejales creen que falta ver hasta qué nivel el pico de la pandemia podría afectar a la ciudad.
El alcalde le dijo al canal de televisión Telemundo Nueva Inglaterra que quiere emitir un toque de queda para la ciudad, pero no puede hacerlo bajo la ley, y está explorando sus opciones.
«Queríamos instituir un toque de queda aquí en la ciudad de Lawrence, y me dijeron que no tengo el poder para hacerlo y que sería personalmente responsable si lo hiciera», explicó el ejecutivo municipal.
Rivera dijo que está preocupado por la propagación del virus en su comunidad y está instando a las personas a quedarse en casa.
Advirtió que impondrá el toque de queda si está legalmente habilitado.
«Estoy en conversaciones con el fiscal general para verificar eso, pero si estoy autorizado en algún momento en el futuro, me moveré para implementar un toque de queda nocturno», agregó.
Informes recientes recopilados entre reconocidos activistas y funcionarios estatales, sostienen que la mayoría de los muertos y muertas por COVID-19 son de mayoría dominicana en la ciudad.
Pero hasta ahora, el gobernador de Massachusetts ni el Departamento de Salud de ese estado, han ofrecido estadísticas por nacionalidades específicas, lo que dificulta que se puedan dar cifras exactas, dijeron los activistas.
El concejal dominicano Jeovanny A. Rodríguez, representante del distrito D, dijo que se necesita enforzar el toque de queda que no es más que un distanciamiento social, pero un poquito más restringido y a la vez con multa a los violadores.
Por su parte, la concejala At Large (acumulación) Ana Levy, dijo que esperaban un paquete más completado con el que se podría trabajar mejor.
“Esto todavía, podemos seguir discutiéndolo y hablando del tema”, agregó Levy.
En la sesión, se discutió imponer multar de $50 dólares por la primera infracción, $100 por la segunda y $150 la tercera, dijo Rodríguez.
“Cuando se habla de usar mascarillas y guantes, es serio y cuando se les pide a las personas que no salgan de sus casas, también es serio”, añadió Rodríguez.
El alcalde pidió que los residentes de Lawrence respeten y practiquen las reglas, ya que la intención de la alcaldía, no es la de intranquilizar a las familias ni sus vecinos.
“Si tenemos que ponernos duros un día y poner el toque de queda durante el día, lo haremos”, advirtió el alcalde.
Los concejales dijeron que como las sesiones son virtuales, los ciudadanos tienen la oportunidad de participar para expresar sus opiniones.
Lawrence es una ciudad situada en el condado Essex, donde los inmigrantes dominicanos y de Puerto Rico comenzaron a llegar en cantidades significativas a fines de la década de 1960, atraídos por viviendas baratas y una historia de tolerancia hacia los extranjeros.
En 1984, las tensiones entre los blancos restantes de la clase trabajadora y el creciente número de jóvenes hispanos estallaron en un motín, centrado en la intersección de las calles Haverhill y Oxford, donde varios edificios fueron destruidos con bombas Molotov y más de 300 personas fueron lesionadas, heridas y asesinadas.
Lawrence vio más reveses durante la recesión de principios de la década de 1990 cuando una ola de incendios destruyó una gran cantidad de edificios en la ciudad.
Más de 200 edificios fueron incendiados en un período de dieciocho meses entre 1991 y 1992, y muchos de sus inquilinos abandonaron residencias y sitios industriales.
La fábrica de Malden Mills se incendió el 11 de diciembre de 1995 y el presidente ejecutivo Aaron Feuerstein decidió continuar pagando los salarios de todos los trabajadores desempleados mientras se reconstruía la fábrica.
Una fuerte reducción de los delitos violentos a partir de 2004 y la inversión privada masiva en los antiguos edificios incendiados a lo largo del río del Valle de Merrimack, incluida la sección restante del histórico Wood Mill, que se convirtió en una zona comercial, residencial y educativa, motivó a los desarrolladores urbanos de la ciudad.