Por Miguel Cruz Tejada
NUEVA YORK._ El dominicano Juan Mañón, de 64 años de edad, sobresale como el sepulturero de docenas de muertos por COVID -19 en el histórico cementerio Evergreen de Brooklyn, abierto en 1849 y donde están enterradas, parte de las reconocidas celebridades de siglos pasados.
Mañón dijo que antes de la pandemia enterraba 10 cuerpos y ahora esa cantidad se ha más que triplicado por el coronavirus.
Añadió que seguirá con ese trabajo hasta que se muera.
Dijo que vio morir a su papá, hermano y hermana, por lo que sabe lo que significa la muerte de seres queridos, y se pone en lugar de los deudos de los fallecidos por el coronavirus.
Explicó que trabaja seis días a la semana en los que visita el cementerio que está situado en la frontera de los condados de Brooklyn y Queens, a las 6:53 de la mañana y nunca ha llegado después de las 7:00, hora en la que comienza su turno.
Mañón, que lleva 24 años trabajando, dice que nunca se ha enfermado al punto de que no pueda cumplir con su macabro trabajo.
Señala que está trabajando en el cementerio parta ayudar de la manera que pueda.
Relató que cuando llegó desde la República Dominicana a Estados Unidos, nunca se imaginó que trabajaría en un cementerio, pero está allí para ayudar al país que lo acogió, porque “ellos siempre estuvieron ahí para él”.
Calificó de desgarradora la cantidad de muertos por el virus, pero dijo que se debe estar preparado para todo, porque nunca se sabe lo que pasará mañana.
Cada entierro lo trata con el mayor respeto, incluso, cuando la cantidad de cadáveres se acumula, explicó.
Un día antes de que los deudos estén presentes durante las sepulturas de de sus deudos, Mañón, revisa el área de entierro para asegurarse de que todo esté bien.
“Hay que asegurarse de que la profundidad de la tumba sea correcta y que todo esté seguro y reforzado”, dijo Mañón, agregando que su deseo es el de que las familias de los muertos estén tranquilas y satisfechas con su trabajo de enterrador.
“Cada minuto durante los entierros es sagrado para mí”, añadió. Dijo que los familiares observan cada momento del proceso, desde que se sacan los cuerpos de los carros fúnebres hasta que bajan a las sepulturas.
Dice que las máquinas son operadas lentamente y mientras los religiosos celebran el oficio final, se pone al lado de las familias.
“Es el último adiós que las familias les dan a sus difuntos”, añadió. Dijo que se siente seguro en el trabajo, especialmente después que la administración del cementerio ha impuesto los protocolos de protección contra el COVID-1, y antes de irse a su casa, se quita el uniforme verde oscuro que usa en el trabajo.
Señaló que toma todas las precauciones de lugar por la pandemia, y que cualquiera se puede enfermar solo con ir al supermercado o la farmacia.
Julie Bose, presidenta de “The Evergreens Cemetery”, empresa que administra el camposanto, dijo que Mañón desempeña una labor fundamental para garantizar que las operaciones funcionen sin problemas a pesar del trabajo adicional.
“Todo se hace con cada familia en mente. Cuando la tumba está cubierta, colocamos semillas en el suelo para que crezca hierba nueva”, dijo Mañón.
Y tiene la esperanza de que el respeto que se les da a los muertos en el cementerio, pueda ayudar a la paz eterna de los difuntos y la tranquilidad de sus deudos.
El cementerio, cuenta con 225 acres y tiene más de 526 mil difuntos enterrados, entre ellos leyendas musicales como Bill Robinson (Bojangles), Lester Young y el pintor Martín Heade.
También el héroe en el hundimiento del barco Titanic en abril de 1912, el italiano Sante Righini, quien tenía 24 años de edad y en medio de la tragedia cedió su espacio en la yola salvavidas y murió ahogado para salvar otra vida.