Migración cubana obedece a razones económicas y familiares, afirma experta Ileana Sorolla

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Las causas de la migración, excepto la primera oleada de emigrantes comprometida con el régimen de Fulgencio Batista -derrotado por la Revolución del 1 de enero de 1959- y los intereses del gobierno estadounidense, son las mismas que impulsan la movilidad transfronteriza de millones de personas en todo el mundo, afirma Ileana Sorolla.
Las causas de la migración, excepto la primera oleada de emigrantes comprometida con el régimen de Fulgencio Batista -derrotado por la Revolución del 1 de enero de 1959- y los intereses del gobierno estadounidense, son las mismas que impulsan la movilidad transfronteriza de millones de personas en todo el mundo, afirma Ileana Sorolla.

LA HABANA, CUBA.-  En sintonía con el comportamiento del fenómeno mundial de la emigración, los cubanos que dejan su país lo hacen fundamentalmente por causas económicas y familiares, cuestión manipulada con fines políticos por Estados Unidos, expuso aquí la experta Ileana Sorolla.

Las causas de la migración, excepto la primera oleada de emigrantes comprometida con el régimen de Fulgencio Batista -derrotado por la Revolución del 1 de enero de 1959- y los intereses del gobierno estadounidense, son las mismas que impulsan la movilidad transfronteriza de millones de personas en todo el mundo, afirma.

Sorolla, quien dirige el Centro de Estudios de Migraciones Internacionales de la Universidad de La Habana, publica hoy en el diario Granma la segunda parte de un análisis sobre el tema, poco antes de la entrada en vigor el próximo lunes de nuevas medidas migratorias en la isla caribeña.

Según la experta, el flujo de personas en el planeta está asociado a «los enormes desafíos que enfrenta la humanidad, derivados de la polarización de la riqueza que ha profundizado la brecha entre los países del llamado Sur geopolítico y aquellos que concentran los mayores recursos, el acceso privilegiado a la información, el conocimiento y la tecnología».

Se trata del resultado del saqueo sistemático y acumulativo de las riquezas naturales y humanas de los países que hoy son los principales emisores de migración internacional, precisa.

De acuerdo con Sorolla, además de las causas económicas y las razones familiares, los cubanos salen por otras motivaciones personales, asociadas a factores histórico-culturales que «están en la raíz misma de la conformación de nuestra nación».

Respecto al comportamiento de los emigrantes una vez en el exterior, explica que la mayoría de los radicados en más de 150 países mantienen vínculos normales con sus familiares y tienen posiciones de acercamiento y respeto a su país.

Aumentan a cifras récord sus visitas a la isla (unos 400 mil en 2011, según fuentes oficiales) y la duración de su estancia en el exterior depende cada vez más de los niveles de satisfacción de las expectativas que alcanzan en las sociedades receptoras, agrega.

Sorolla señala que cerca del 86 por ciento de los cubanos radicados en el exterior viven en Estados Unidos, cuyo gobierno utiliza el tema migratorio como arma política, a través de programas que estimulan la subversión interna y el robo de cerebro.

Washington manipula sentimientos y aspiraciones humanas en función de sus intereses y objetivos, obliga al Estado cubano a protegerse y encontrar formas para preservar los recursos humanos calificados, imprescindibles para el desarrollo del país, estima.

La investigadora de la Universidad de La Habana recuerda en su análisis la vigencia de la Ley de Ajuste Cubano, instrumento que estimula la emigración ilegal, el cual considera un obstáculo para la normalización del flujo migratorio entre las dos naciones.

El lunes 14 de enero entrarán en vigor en Cuba nuevas medidas migratorias, que el gobierno de la isla caribeña califica de una decisión soberana, enmarcada en la actualización socio-económica en marcha y en la voluntad de estrechar lazos con la emigración.

Las normas eliminan el procedimiento de solicitud de permiso de salida para los viajes al extranjero y del requisito de la carta de invitación, así como extienden de 11 a 24 meses la permanencia fuera del país sin perder el estatuto de residente.

También posibilitan la salida de menores de 18 años previa autorización de sus padres o representantes legales y permiten que los emigrados visiten Cuba por hasta 90 días, a diferencia de los 30 fijados anteriormente.

Además normalizan la entrada temporal de quienes emigraron ilegalmente después de los acuerdos migratorios de 1994 con Estados Unidos, si han transcurrido ocho años de su salida, y de igual manera amplían las causas de repatriación.