De los Saltos y Gritos del Pachá a los Colores de Domingo

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Triffolio y El Pachá frente al imponente Shea Stadium
Triffolio y El Pachá frente al imponente Shea Stadium

Por JUAN CRUZ TRIFFOLIO
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Aunque con frecuencia se escucha decir que la palabra imposible sólo tiene cabida en la mente de los tontos lo cierto es que hay tareas sumamente difíciles.

Hay proyectos engorrosos.

Existen compromisos que se tornan muy cuesta arriba y hasta rayan en inviables al margen de la energía, el entusiasmo y la persistencia de quienes los asumen.

Esa es la triste y amarga realidad, linda y lironda, guste o no a sus emprendedores.

Y los audaces que aceptan asumir el reto así deben asimilarlo.

La televisión del presente, como la vida misma, no escapa a ser escenario para confirmar lo antes expuesto.

Tal es el caso del espacio sabatino Con Domingo y El Pachá en donde sus conductores, principalmente el extrovertido Frederick Martínez, acompañado de sus desfasados brincos e incontables y constantes gritos, realiza cuantos malabares sean posibles en procura de mantener un espacio semanal de variedades que, a todas luces, no parece estar en sintonía con las expectativas de los televidentes del presente y por tanto, se encamina a esfumarse paulatinamente.

Tanto su formato como su anémico contenido, la mayor parte de las veces sustentando en “corillos desafinados y de poca validez”, reflejan ser más de lo mismo y en consecuencia, no permiten una real y efectiva competencia con algunas producciones televisivas existentes donde se refleja una mayor profesionalidad en el manejo de los elementos que caracterizan la televisión de esparcimiento de las nuevas generaciones.

Es un lástima que en cada emisión de Con Domingo y El Pachá se desperdicie tantas energías, talento, sacrificio y tiempo, en una producción de acentuados matices chabacanos, reiterativos y carentes de originalidad, que además de recordar el proceso de derrumbe y desaparición de algunos espacios televisivos popularísimos, muestran cómo de manera olímpica se desperdicia el tiempo y el carisma en algunas ofertas de nuestra pantalla chica nacional.

Sin ánimo de magullar la amistad que durante largo tiempo nos une a El Pachá, al igual que a Domingo, en honor a la verdad, debemos reconocer que es una pena que el tiempo, la dedicación y el sacrificio que realiza el joven comunicador nacido en Santiago, no haya generado los frutos deseados por su desenfrenado comportamiento humano y sobretodo, por insistir en mantenerse estático en el espacio y el tiempo en un medio audiovisual tan exigente como lo es la televisión del presente.

La tendencia a recurrir a saltos, gritos, saluditos a amigotes y los corillos desafinados para constantemente resaltar los colores de una vestimenta estrambótica al igual que la realización de acomodaticias entrevistas en algunas intercepciones viales de New York, si bien en un principio surtieron su efecto positivo, también es verdad que no deben ser asumidos como elementos constantes y determinantes para servir de soporte en la actual competitividad.

Siendo de esa manera y no de otra, quizás valga la pena sugerir a Domingo y El Pachá cambiar de ruta en su programa, protagonisando menos bultos sin impactos, concibiendo un mejor y novedoso contenido, menos arrabalero, una escenografía sin “busca-cámaras”, con un reducido personal profesional interviniendo, desarrollando concursos más innovadores, aprovechando con disciplina el tiempo y empleando una luminaria más atractiva.

No olviden que hasta el cambio, cambia, y que la televisión de hoy, no es ni por asomo, la de ayer, independientemente de los éxitos alcanzados en el pasado.

No tener presente tal realidad es una invitación a destruir con los pies lo que con tanto sacrificio y laboriosidad costó levantar con los brazos.

Es hora de la serenidad y la reflexión..!!

Domingo y El Pachá no están llamados a darse el privilegio de arroparse con la sábana del fracaso.

Siendo así, ambos comunicadores, al margen de lo que expresen por complacencia sus amigotes de nuevo cuño, deben cambiar de rumbo si es que, real y efectivamente, desean continuar siendo figuras estelares en el medio televisivo de su tierra querida, República Dominicana.

Eso sí, no olvidando que, como dijera nuestro querido Álvarez Castellanos, estas son lentejas y por tanto, si quieren las toman o sino, las dejan..!!