Así mataron a Luis Carlos Galán

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Luis Carlos Galán, asesinado en Soacha en 1989 por el narcotráfico.
Luis Carlos Galán, asesinado en Soacha en 1989 por el narcotráfico.

Por Juan David Laverde Palma

COLOMBIA.- La Fiscalía reconstruyó, casi 24 años después del magnicidio de Luis Carlos Galán, la telaraña de conexiones entre el cartel de Medellín, las Autodefensas del Magdalena Medio, comandadas por Henry de Jesús Pérez, y el DAS, que permitió segar la vida del dirigente liberal.

En palabras de Iván Roberto Duque, alias Ernesto Báez, “ninguna vuelta grande podía hacerse en el país sin el apoyo de la ley”. Justamente fue esa arista la que concentró la atención de la Unidad de Análisis y Contexto que, en una decisión de 108 páginas, acusó de facilitar el asesinato al mayor (r) Luis Felipe Montilla y al coronel (r) Manuel Antonio González.

Los testimonios de John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye; Alonso de Jesús Baquero, alias Vladimir; Ernesto Báez y los paramilitares Rafael Murillo Guarnizo, Héctor Ernesto Muñoz y Wilson de Jesús Pérez, este último hermano de Henry Pérez, señalaron el poder de infiltración de los paramilitares financiados por Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano, y cómo tuvieron permanente contacto con agentes del DAS y la Policía para coordinar crímenes y salir impunes.

Popeye relató que se dispuso como sicario de Galán a Jaime Eduardo Rueda Rocha, un hombre de confianza de El Mexicano, quien exigió una metralleta Mini Atlanta 380, porque era pequeña y que por el calibre de la munición atravesaba chalecos antibalas.

Ernesto Báez manifestó que el último jefe de escoltas de Galán, Jacobo Torregrosa, era un hombre cercano a las autodefensas, pues resultó ser amigo del sicario del candidato. Aunque, al parecer, Torregrosa luego se le torció. Es más, Rueda Rocha le confesó a Báez que cuando estuvo detenido le pidió un favor a Torregrosa y éste “se hizo el marica”, razón por la cual el sicario estuvo tentado de “cascarlo o aventarlo”, pero el patrón, haciendo referencia a Henry Pérez, no se lo permitió porque “habían hecho un acuerdo con el duro de Maza Márquez, y Torregrosa es el mimado de ese man” .

Los testigos de las autodefensas añadieron que el sicario, una vez le fue encomendado el trabajo de asesinar a Galán, comentó que tenía un amigo en el DAS de apellido Torregrosa y que supuestamente el párroco de Puerto Boyacá en 1989, Ciro Parra, oficiaba como emisario entre el comandante paramilitar Henry Pérez y el general Miguel Maza Máquez, entonces director del DAS. Para la Fiscalía estas versiones demostraron una correlación directa entre el narcoparamilitarismo y el organismo de inteligencia que facilitó el magnicidio.

Ernesto Báez también contó que las relaciones entre el sicario Rueda Rocha y el DAS se rompieron el mismo día del asesinato de Galán, es decir, el 18 de agosto de 1989, porque Rueda Rocha se desplazó hasta Soacha en un vehículo del DAS y por error tomó un arma que pertenecía a la entidad, justamente con la que realizó el atentado.

Ese error llevó a que Rueda Rocha pudiera ser identificado y capturado por las autoridades tiempo después, aunque no estuvo mucho tiempo preso y luego fue asesinado por sus exsocios de andanzas.

La fiscal del caso tuvo en cuenta los testimonios que a lo largo de estos últimos 24 años han entregado los protagonistas de la seguridad del inmolado candidato y las contradicciones evidentes de dos de ellos que habían sido encargados de protegerlo: el coronel Manuel Antonio González, jefe de la oficina de Orden Público del DAS, y el entonces capitán Luis Felipe Montilla, comandante de la Policía de Soacha.

Del primero se estableció que fue quien impuso a Jacobo Torregrosa como escolta de Galán, un mes antes del magnicidio. De hecho, González recomendó personalmente su hoja de vida, aunque después le dijo a la Fiscalía que ni siquiera la conocía.

La Fiscalía estableció cuatro indicios graves que le permitieron inferir la responsabilidad del coronel (r) González en el magnicidio. Primero, que recomendó a Torregrosa para esa labor, aunque no tenía experiencia en ese campo, falta de conocimiento que rechazaron, incluso, varios de sus subalternos.

El segundo indicio fue el debilitamiento del esquema de seguridad de Galán, porque al ser Torregrosa el jefe de escoltas se podría “entorpecer y desorganizar la seguridad del candidato, permitiendo así que los homicidas estuvieran enterados de todos sus movimientos”. Una tercera evidencia contra González es que siempre mostró especial interés y protección hacia Torregrosa, en tanto que cuando fue investigado disciplinariamente por este caso, González conceptuó favorablemente para que lo ascendieran. Aún más, jamás lo regañó por su deficiente informe de los hechos que rodearon el crimen de su protegido.

Y, por último, la Fiscalía tuvo en cuenta que cuatro días después del crimen de Galán, Torregrosa fue enviado a la sección de inteligencia del DAS, un movimiento que para el ente investigador pretendía no dejar huellas de la participación de Torregrosa en el homicidio, así como tampoco de funcionarios del DAS.

El testigo Héctor Muñoz contó que un agente del DAS, llamado Orlando Monroy Rivera, alias Trapero, trabajaba con El Mexicano y recibía maletines llenos de dólares con destino, supuestamente, al coronel González.

En relación con el mayor (r) Montilla, aunque éste dijo en su indagatoria que se dispuso de 50 hombres para custodiar a Galán ese día en Soacha y contó que 10 hombres de la Sijín debían portar una pancarta que sería utilizada en caso de emergencia para proteger a Galán de posibles francotiradores, la Fiscalía constató que eso no fue cierto y que la pancarta fue usada por los sicarios del cartel de Medellín para esconder a Rueda Rocha hasta que éste disparó.

Para la Fiscalía resulta irónico que la seguridad de Galán fuera tan improvisada en Soacha, que no existiera un plan de contingencia, pues no había salidas de emergencia, aunque los sicarios sí huyeron con facilidad.

Para la Fiscalía, Montilla mintió para protegerse y sí ayudó a consumar el magnicidio. “Nos preguntamos qué otras mentiras esconde Montilla alrededor de tan doloroso episodio”, dice el ente investigador. Varios testigos sin rostro ya habían confesado a la justicia posibles irregularidades en el DAS y la Policía, y sus conexiones con el cartel de Medellín.

En lo que tiene que ver con el general Maza Márquez, el exjefe paramilitar Wilson Pérez Durán manifestó que Maza sí se prestó para la ‘vuelta’ de Galán, pues “si iba a hablar con mi hermano (Henry Pérez), con Gacha y con esa sarna de Rueda Rocha, ¿qué más se podía esperar?”.

Maza siempre ha negado estos vínculos.

La Fiscalía citó a versión libre para el próximo mes de diciembre al coronel (r) Gustavo Leal Pérez, excomandante de la Policía de Cundinamarca; al general (r) Argemiro Serna, exsubcomandante de la Policía de Cundinamarca; a Gentil Vidal, excomandante operativo, y al mayor (r) José Calvache.