Ricardo Arjona devuelve Orden del Quetzal

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Ricardo Arjona devolvió la condecoración que recibió en el 2013.
Ricardo Arjona devolvió la condecoración que recibió en el 2013.

El cantautor guatemalteco Ricardo Arjona entregó este sábado la Orden del Quetzal al consulado guatemalteco en Nueva York, en donde dará esta noche un concierto.

El artista, que por medio de un mensaje publicado en las redes sociales había anunciado que renunciaría al reconocimiento que le fue entregado en marzo del 2013,  puso en manos de los representantes del consulado la condecoración.
Hace unos minutos Arjona publicó en su cuenta de Twitter una fotografía de ese momento, en la que aparece firmando unos documentos y sobre la mesa, la Orden del Quetzal en el grado de Gran Collar que le fue impuesta por el entonces presidente Otto Pérez Molina y la vicemandataria Roxana Baldetti por su aporte a la cultura y el arte en Guatemala, en un acto celebrado en el Palacio de la Cultura.
Esto acontece horas antes de que cantautor protagonice el concierto número 100 de su Viaje Tour, que tendrá lugar en el Madison Square Garden.

Renuncia a condecoración

El pasado 28 de agosto, Ricardo Arjona publicó en sus redes sociales un mensaje en el indicó que no tenía valor alguno el haber recibido el reconocimiento de manos de Pérez Molina y Baldetti, señalados de pertenecer a la red de corrupción en el sistema aduanero denominada La línea.

El entonces presidente Otto PŽrez Molina y la vicemandataria Roxana Baldetti ficieron entrega de la Orden de Quetzal a cantautor guatemalteco.
El entonces presidente Otto PŽrez Molina y la vicemandataria Roxana Baldetti ficieron entrega de la Orden de Quetzal a cantautor guatemalteco.

La declaración del cantautor expresa lo siguiente:

“Por este medio hago del conocimiento público mi decisión irrevocable de poner en  manos de las instancias pertinentes la condecoración y el símbolo que representa LA ORDEN DEL QUETZAL que se me otorgó por conducto de los máximos representantes del gobierno en su momento. Los hechos por los que pasa  el país, ponen claramente en tela de juicio el honor de los que me impusieron dicha distinción.  Concluyo de manera terminante que nada en este momento que haya pasado por sus manos  tiene valor alguno, ni legal, ni simbólico, ni sentimental. Por otro lado, hay que decirlo, me basta con una sola mano guatemalteca que se alce para mencionar mi no merecimiento de este reconocimiento para que de manera inmediata se convierta en motivo suficiente y deje de ser para mí el símbolo que representa.

En días anteriores envié un mensaje en las redes sociales que muy pocos entendieron. La actividad solidaria del país por medio de las marchas que sin duda ha sido factor determinante en los cambios que se están dando, son  la voz de todos en la búsqueda de un mejor lugar para vivir.
A días de las nuevas elecciones, mi mensaje pretendía despertar el aliento cívico con vistas no solo al presente si no en aras de  hacernos responsables del futuro para no caer en los mismos vicios. Marchar en multitud es importante para derrocar la desgracia, pero estar en sintonía y ser consecuentes con la responsabilidad de no poner en el mismo lugar a personas con los mismos defectos, es vital.
Las reacciones en mi contra por dicho comentario las recibo con la paz de un guatemalteco acusado por décadas de haberme convertido en ciudadano de otros países, ignorando la necesidad inminente de buscar en otra parte lo que mi trabajo no encontró en Guatemala.

Con mi pasaporte intacto de guatemalteco,  con mi repudio total a lo que está pasando, envío mi solicitud personal, si es que vale de algo, a que el presidente en funciones revise su papel en la historia y se  dignifique  poniéndose en  manos de la justicia para limpiar o hacerse responsable de sus actos dejando el cargo de una vez por todas, por la simplísima razón de que DONDE NO HAY HONOR, HAY CAOS.