Por JOHN LEGUIZAMO*
Un productor bien intencionado me dijo alguna vez: “John, eres muy talentoso, pero qué lástima que seas latino… si no, hubieras llegado mucho más lejos”. Cuando propuse una película sobre latinos, otro productor me contestó: “¿Latinos? La gente no quiere ver latinos”. Esta no es solo mi experiencia, sino una experiencia típica que viven los latinos en Estados Unidos.
Donald Trump ha hecho una sola cosa positiva. Le ha dado aire a una comunidad diversa y conflictuada. Durante años, activistas y políticos se han esforzado para lograr que los latinos voten y demuestren su poder. Sin embargo, no fue sino hasta que la retórica racista de Trump puso los reflectores sobre el sentimiento antilatino que experimentamos la necesidad de alzar nuestra voz sobre los temas que nos importan: desde el financiamiento adecuado para nuestras escuelas y una mejor infraestructura en nuestras comunidades, hasta atención médica que no considere que la pobreza es una condición preexistente.
En Estados Unidos hay cerca de 56 millones de nosotros. Somos la minoría étnica más grande del país; conformamos casi el 18 por ciento de la población. Aún así, los estudiantes latinos abandonan sus estudios de bachillerato en una tasa más alta que los miembros de cualquier otra minoría. Somos víctimas de negligencia, discriminación e ignorancia. Hemos crecido en medio de una falta de respeto arraigada hacia la cultura latina, y a menudo hemos internalizado ese desprecio.
El discurso dominante es que simplemente cruzamos “ilegalmente” la frontera o que “acabamos de bajar del bote”. De hecho, los españoles son la prueba del primer pecado original estadounidense: maltratábamos a los pueblos indígenas mucho antes de que el Reino Unido trajera esclavos a las colonias. A la gente se le olvida que los latinos fundaron algunas de las primeras ciudades de Estados Unidos.
Los latinos han dado la vida por Estados Unidos desde antes de que fuéramos un país. ¿Por qué nuestros niños no han oído que miles de patriotas latinos lucharon por el país en la Guerra de Independencia? Bernardo de Gálvez, un general español, reclutó a mexicanos, cubanos, indígenas estadounidenses y afroamericanos libres para luchar contra el Reino Unido en el sur, mientras que mujeres cubanas donaron sus joyas y dinero para ayudar a los patriotas. ¿Dónde está el documental acerca de eso?
¿Por qué no saben de los muchos latinos en la Guerra de 1812? ¿Ni sobre los 20.000 latinos que lucharon con valentía en la Guerra Civil? ¿O de aquellos que ganaron Corazones Púrpuras o Cruces de Guerra en la Primera Guerra Mundial?
Es como si nuestro heroísmo y sacrificio de alguna manera fueran menos importantes, como si para nada existiéramos en la historia. Sin un pasado que nos alabe y enaltezca, ¿cómo lanzarnos hacia un futuro desconocido y frágil?
Solo soy un historiador aficionado, pero soy experto en mi vida y carrera. Así que para mencionar un desaire más contemporáneo, puedo decir que los hispanos son el grupo étnico menos representado en el cine y la televisión. “Saturday Night Live” acaba de contratar a su primera comediante latina. ¿De verdad tenemos que creer que hay tan pocos latinos graciosos? De forma similar, somos marginados en los negocios y en la vida corporativa.
Esta exclusión envía un mensaje doloroso a cada niño latino sobre cómo se le considera y juzga. Las personas latinas enfrentamos un desafío doble: crear nuestra propia imagen positiva mientras combatimos la manera en que la sociedad en su conjunto nos representa. Sin libros de texto en las escuelas que hagan justicia a nuestras contribuciones a Estados Unidos, y sin representación mediática que se expanda para incluir más rostros y voces latinas, somos vulnerables a un demagogo como Trump, quien argumenta que todos somos “narcotraficantes”, “violadores” y “criminales”.
Pero varios estudios han hallado que no existe un vínculo entre la inmigración y el crimen violento. El hecho es que los inmigrantes como grupo cometen mucho menos crímenes que el resto de la población estadounidense. En su mayoría están aquí solo para buscar una mejor vida.
Puede ser difícil lograr eso cuando los estados donde viven los inmigrantes —sobre todo Texas y Arizona— manipulan a las comunidades latinas para sacarlas del poder político y limitan el financiamiento de sus vecindarios. Los latinos no son liberales de manera uniforme; algunos son conservadores a causa de sus creencias religiosas u opiniones fiscales. Sin embargo, si todos los latinos elegibles votaran, varios estados pasarían de ser republicanos a demócratas.
Necesitamos una primavera latina en este país. Necesitamos exigir poder y oportunidades iguales. Una amiga hizo hace poco un pequeño experimento para revelar el sentimiento antilatino. Envió dos hojas de vida con su foto para una oportunidad de actuación.
Da la casualidad de que tiene una tez muy morena. En una hoja de vida utilizó su nombre latino, mientras que en el otro utilizó un nombre que sonaba a persona blanca. Con el nombre latino no recibió ninguna llamada, mientras que con el otro recibió algunas respuestas.
¿Dónde más ocurre esta categorización racial mientras “vivimos siendo latinos”? Ocurre mientras esperamos un ascenso que jamás llega, mientras intentamos rentar un Airbnb para las vacaciones pero nadie responde, o mientras trabajamos para que las vidas de nuestros hijos sean mejores que las nuestras.
Los latinos necesitamos exigir nuestro lugar en la historia estadounidense. Debemos exigir una parte igual del sueño estadounidense y no aceptar una versión degradada. Debemos dejar de aceptar que nos excluyan solo porque no nos persiguen. En esta elección crítica, y en el futuro, los exhorto a registrarse y a votar, a que los tomen en cuenta y los escuchen.
*John Leguizamo (@JohnLeguizamo) es actor, escritor y productor.