Contra El Olvido: José Ramón Ortiz Celado

0
202
Receptor, una posición desafiante

Por Dagoberto Tejeda Ortiz

Saturnino –Tonino- Ortiz, en un pueblo soñoliento, lleno de mangos y dulce de leche, tomó la iniciativa de fundar la Panadería Yolanda, pasando a ser una de las dos que existían en Baní en la década de los cuarenta, junto a  su esposa Josefa Celado.

En ese tiempo, Baní, la cuna del campesino más grandioso nacido en el Caribe, El Napoleón de la Guerrilla, el Generalísimo Máximo Gómez, era una hermosa aldea, donde el pan jugaba un papel importante en la dieta de diversas familias que en su mayoría, consumían “pan de agua” y “pan sobao” para el desayuno y “pan de huevo y galletas” para la cena, especialidad esto último de la panadería Yolanda que se vendía a domicilio a partir de las tres de la tarde.

Cerca de quince trabajadores constituían la fuerza laboral, divididos en dos horarios, acorde con su designación de funciones.  Todos eran fuentes de expresiones populares, recolectores y portadores del folklore y de la cultura popular banileja.  Cuando preparaban la harina para la elaboración del pan y cuando manualmente hacían el pan y las galletas, había chistes, cuentos, adivinanzas, canciones, anécdotas y narraciones de historias personales.

Esta pareja de piones de la industria del pan en Baní, tuvieron nueve hijos: Bienvenido, José Ramón, Mirtha, Rafaelito, Gregorio, Yolanda, Lourdes, Mireya y Josefa Emilia.  José Ramón (Momonga) y Gregorio (Gollo), se dedicaron al béisbol; Rafelito, llegó a ser Profesor de educación Física, pionero de varios deportes en el país.  Mirtha, fue sobresaliente jugadora en volibol.  

José Ramón, como todos sus hermanos era panadero, iba a la escuela pública del pueblo y muy joven se destacó jugando béisbol,  a tal punto que, de acuerdo con el periodista Miguel A. Guerrero Pérez, formó parte de la primera selección banileja de béisbol en 1946 y poco después aparece como miembro también de la Primera Selección Sureña de Béisbol, como jardinero, pasando posteriormente a desempeñar la posición de receptor.

Durante años fue miembro de la selección de béisbol de Baní y de la Marina de Guerra.  En esos tiempos no había béisbol profesional en el país ni buscadores de talento de Grandes Ligas.  Fue compañero y jugó con peloteros que hoy son símbolos, iconos del béisbol banilejo y de la región Sur, entre otros, con Olmedo y Fiquito Suarez, Oscar Mir Flores, Bebé Pimentel, Vinicio Pimentel, el Cabo Torres, Chaparra Pérez, Harold Mir, Bragallan Herrera, Paleta Medrano y  Carlos Mackinney.

José Ramón, desde que vio el mar soñó con ser marinero.   En la Base Militar de las Calderas, a varios kilómetros del pueblo, consiguió su sueño al integrarse como miembro de la Marina de Guerra.  Con su habilidad para poner inyecciones, fue reconocido como “práctico de salud” y como pelotero.  En ambos campos se ganó el respeto y la admiración de todos.

AUTOR: Dagoberto Tejeda Ortiz

En la marina de Guerra hizo carrera profesional, llegando al grado de oficial de la misma, convirtiéndose en instructor de béisbol de esta institución a nivel nacional.  Era no solamente un militar correcto, enviado al exterior a diversos cursos y actividades oficiales, sino también fue un padre ejemplar, con hijas y con hijos que siguieron sus enseñanzas.  Uno de ellos, Robert, cardiólogo, fue Director del Hospital Militar de las Fuerzas Armadas.

Baní, era un pueblo tranquilo políticamente, pero comenzó a convulsionarse. “Fin”, un oficial de la Marina, compañero de infancia de José Ramón, incluso vecino, hijo de Ñoñota, lo llevaron en una caja diciendo oficialmente que había muerto en un accidente. Una comisión de oficiales y de marinos, con sus fusiles, participaron  en el mortuorio y lo enterraron con ceremonias militares en el cementerio de Baní.  Pero pareció muy extraño que durante varios días, con sus noches, había guardia en la tumba donde había sido enterrado.  En el pueblo, todo el mundo estaba convencido que era un oficial desafecto de la dictadura y que impunemente lo mataron, como después se confirmó.

Un malestar aumentó en el pueblo, cuando las fuerzas represivas del gobierno, asesinaron con bayonetas a Félix Peguero, un joven abogado brillante anti trujillista,  en la carretera entre Baní y Nizao, cuyo cuerpo fue encontrado tempranito por Félix, un repartidor de la Panadería Yolanda de Saturnino Ortiz, cuando se dirigía a Nizao a vender pan.

Tiempo después, cuando la dictadura trujillista estaba en su fase final de deterioro, aumentaron las manifestaciones anti Trujillistas, que culminaron con el apresamiento de militantes y miembros del movimiento revolucionario del 14 de junio, entre los que se encontraba Sergio Germán Medrano, Paquito Pool, Francisco Bello y  Cervantes Peña, los cuales fueron torturados en las cárceles de la dictadura.  Por suerte, otros miembros del movimiento no fueron delatados, como fue el caso, por ejemplo, de Danilo Cintrón, Chery Díaz y Héctor Gerardo Santos

Cuando estalló la Revolución del 24 de Abril del 65 y desembarcaron los marines norteamericanos, pisoteando la soberanía y la dignidad de la patria, José Ramón que venía de la Base Militar de las Calderas, se quedó con diversos pretextos en Baní e ingresó a su casa natal.  Toda la familia se quedó atónita y sorprendida.  José Ramón, tomó el fusil en sus manos y exclamó:

“Mi familia, este fusil,

no disipará un solo tiro contra el pueblo”.

Y lo metió debajo de un colchón y se quedó haciendo pan para sobrevivir en la Panadería Yolanda, que administraba su hermano Gregorio Ortiz, alias Gollo.  Allí pasó la revolución.  Cuando las circunstancias lo permitieron tomó su fusil y lo llevó a la sede central de la Marina. En reconocimiento a su carrera militar, fue integrado a la misma con su mismo rango y su puesto de instructor de béisbol.

En su honor, un club de ciclismo llevó su nombre durante mucho tiempo y el campo de béisbol de la Academia de la Marina de Guerra en la ciudad de Santo Domingo lo honra con su nombre.  ¡José Ramón, era mi tío favorito!