Haití, un gatuperio de promesas incumplidas ¿Volveremos a confiar?

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POR CARLOS R ALTUNA TEZANOS

Expertos en metodología para resolver conflictos han señalado que la negociación, la mediación y el diálogo son las tres herramientas vitales para solucionar pugnas de cualquier índole. Entendemos que un “diálogo sincero” entre los antagonistas permitirá intercambiar puntos de vista, opiniones, ideas y exponer argumentos que sirvan para construir las bases de acuerdos entre personas o Estados.

Cite Soleil de Puerto Príncipe

La entrada principal al área Cite Soleil de Puerto Príncipe, Haití, el 11 de diciembre de 2018.

En tal sentido, a raíz del problema suscitado entre las naciones que cohabitan la isla de La Española, tras la construcción de manera unilateral de un canal por parte de Haití sobre el río Dajabón, es la República Dominicana que desde su inicio ha buscado a través de la vía del diálogo, el consenso y la sensatez, un entendimiento equitativo, pero apegados al Tratado de Paz, Amistad y Arbitraje suscrito en 1929 por ambos Estados.

Sin embargo, fueron las autoridades haitianas quienes abandonaron la mesa de negociaciones, y han utilizado todo tipo de subterfugios, artimañas y estratagemas diplomáticas en contra de la República Dominicana, al extremo, que tras retirase del dialogo, el gobierno haitiano negó estar patrocinando la construcción del susodicho canal, culpando a un grupo de empresarios-políticos del Departamento Norte, aunque luego el mismo gobierno admitió que apoyaba y continuaría con su construcción.

Este cambio de decisión, que sin dudas se vio en la necesidad de asumir forzadamente, debido a que los grupos anárquicos, empresarios y políticos de la oposición de esa nación estaban capitalización políticamente la situación, como recientemente lo hizo el conocido dirigente político y golpista Guy Philippe –quien cumplió condena por lavado de activo en EE.UU– tras apersonarse el pasado 3 de enero al aérea de construcción del canal, siendo recibido como un héroe, quien aprovecho para mostrar su apoyo a la polémica obra, aprovechando la ocasión para atacar al ministro Ariel Henry.

Residentes abandonan sus hogares en su huida de los enfrentamientos entre pandillas armadas en el distrito Carrefour-Feuilles de Puerto Príncipe.

Residentes abandonan sus hogares en su huida de los enfrentamientos entre pandillas armadas en el distrito Carrefour-Feuilles de Puerto Príncipe.

Parecería que, con este nuevo intento el gobierno haitiano solo busca sobrevivir a como dé lugar en un país inmerso en el caos y la violencia desenfrenada de grupos armados, pues resulta evidente que nunca hizo ningún esfuerzo serio que facilitara consensuar. Sin dudas que ahora apuestan a jugar al tiempo y explotar el sentimiento nacionalista del pueblo haitiano –que en cierta medida parece lograr– ante la proximidad de unas elecciones, donde sus autoridades ilegitimas por demás, quieren continuar en el poder y otros pretenden alcánzalo.

El pasado 11 de enero, nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores (MIREX) comunicó que la República Dominicana y Haití reanudaron las conversaciones sobre el diferendo por la construcción del canal de Pittobert y el uso de los recursos hídricos del río Dajabón, además de tratar otros temas de la agenda binacional, como la migración, el comercio y la seguridad transfronteriza.

Encuentro celebrado los días 9 y 10 de enero en la sede de la Organización de los Estados Americanos (OEA), con la presencia de los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países, Roberto Álvarez y Jean Victor Généus, en el cual “ambas delegaciones compartieron sus puntos de vista sobre el asunto y exploraron diversas opciones para llegar a una solución justa, equitativa y razonable, de acuerdo con lo estipulado en el Tratado de Paz, Amistad Perpetua y Arbitraje del 20 de febrero de 1929 y el derecho internacional que rige la materia”.

El comunicado de prensa también resalta que “ambas Partes acordaron la necesidad de realizar un estudio técnico con el apoyo de una organización internacional calificada, seleccionada de común acuerdo, para determinar la realidad hidrológica, ambiental y social de la cuenca del rio Dajabón/Masacre, tanto en el lado oriental dominicano como en el lado occidental haitiano”.

Esta sorpresiva reunión en la sede de la OEA en Washington, solo me genera más escepticismo a las posibles soluciones, como señale anteriormente ¿Por qué Haití quiere avocarse ahora al dialogo? Si las causas que generaron la problemática continúan siendo la misma, que condujeron al gobierno dominicano a asumir duras respuestas y exigencias, y por parte de Haití, a mantener una firme postura de no ceder a ellas. ¡Parece que algo huele mal en Washington!

Aquí me permito referir, como dato importante, que el pasado 13 de enero, este prestigioso diario publicó un magnífico editorial, titulado “La solución tiene que ser dominicana”, posición con el cual me solidarizo por su firme y clara postura nacionalista en defensa del interés nacional, editorial del que me permito resaltar varios párrafos por considerarlos de vital importancia para entender mi planteamiento, cito: “Las reabiertas negociaciones entre Haití y nuestro país por el diferendo del canal derivador del río Masacre, no lucen prometedoras”.

…El meollo del problema está en el usufructo, no regulado por República Dominicana, de las aguas del Masacre por parte de Haití, que ve en esa obra una fuente para su subsistencia… El primer acuerdo de estas nuevas negociaciones ha sido el de escoger una organización extranjera calificada para “determinar la realidad hidrológica, ambiental y social” de la cuenca del Masacre.

Según el comunicado oficial dominicano, ambos países “exploraron diversas opciones para llegar a una solución justa, equitativa y razonable”, del conflicto, algo poco confiable si se toma en cuenta que la contraparte está representada por un gobierno de facto. Esta sola condición de gobierno de facto hace que sus decisiones carezcan de real legitimidad.

Por tanto, son mínimas las garantías que, como Estado fallido, pueda dar a la hora en que un veredicto internacional pretenda hacer valer los términos del Tratado de Paz y Amistad Perpetua y Arbitraje de 1929, ignorado por Haití al construir el canal a la cañona.

Esperar una “solución armoniosa” de un gobierno que ni siquiera puede cumplir con sus propias obligaciones frente a las necesidades del pueblo haitiano, pero que tampoco ha dado señales de interés o vocación a ceder ni respetar acuerdos, conduce de antemano estas conversaciones por un derrotero incierto.

Antes que confiar en las expectativas de un acuerdo común de buena fe, la solución al problema debe ser eminentemente dominicana: la de represar el río en nuestro territorio para evitar un desfogue mayor de agua desde Haití… Haití ha mostrado posiciones más duras y hostiles frente a la República Dominicana, en cualquiera de los escenarios que regulan sus relaciones bilaterales.

El desafío de construir el canal, a toda prisa, generó ciertas simpatías al régimen de facto, exacerbando el patriotismo haitiano y estos dos factores de ganancia política harán que las negociaciones sean interminables y estériles.

Salvo que Washington, capital escogida para las “negociaciones”, haya decidido que los dos países se sentaran en la mesa a hincar las hachas de sus confrontaciones, con intenciones ulteriores hasta ahora desconocidas para los dominicanos.

Recordemos, que para intentar que los haitianos detuviesen la construcción del canal, el Gobierno dominicano cerró sus fronteras y adoptó otras medidas, aunque un mes después las abrió parcialmente, pero las autoridades haitianas decidieron cerrar las suyas, y continuaron la construcción del citado canal. ¿Por qué quieren dialogar y buscar consenso? ¿Ahora desean una solución justa, equitativa y razonable?

Si durante casi dos años, Haití actuó en base a diatribas, tácticas diplomáticas engañifas y sobre todo apostando al tiempo, situación que les permitió prácticamente terminar dicha obra. Quizás los dominicanos hemos sido más que tolerantes con relación a Haití, pero creo que estúpidos e ingenuos no lo somos, y así lo espero de nuestras autoridades negociadoras por más incierto que sea el diálogo con Haití, al Gobierno dominicano no tiene otro camino para dirimir el conflicto, que como he manifestado anteriormente, ahora la realidad obliga a una solución dominicana.

El autor es miembro fundador del Círculo Delta