Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO.- La ausencia de una alianza opositora para las elecciones presidenciales representa una oportunidad dorada para el presidente Luis Abinader, quien podría asegurar su reelección con facilidad en la primera vuelta.
Sin embargo, este escenario no solo se traduce en un triunfo para Abinader, sino también en un costoso error político por parte del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y la Fuerza del Pueblo (FP).
En un contexto político marcado por la polarización y la búsqueda de alternativas, la falta de unidad entre las fuerzas opositoras es desconcertante. En lugar de presentar una frente unida y ofrecer a los ciudadanos una opción clara y sólida, estas agrupaciones políticas parecen estar más preocupadas por sus diferencias internas que por el bienestar del país y la democracia.
El presidente Abinader, por su parte, se beneficia enormemente de esta división. Sin una oposición cohesionada que pueda presentar un desafío significativo, su camino hacia la reelección se vuelve considerablemente más fácil. Esto le otorga una ventaja injusta y podría debilitar el sistema democrático al no permitir un debate político robusto y una verdadera competencia electoral.
Además, la ausencia de una alianza opositora no solo afecta el resultado de estas elecciones, sino que también tiene repercusiones a largo plazo para el país. La falta de una alternativa política fuerte podría conducir a un gobierno sin contrapeso, lo que potencialmente podría llevar a decisiones unilaterales y falta de rendición de cuentas.
Es crucial que el PLD, el PRD y la FP reflexionen sobre las implicaciones de su falta de unidad. En lugar de centrarse en sus disputas internas, deben priorizar el interés nacional y la salud de la democracia dominicana. La construcción de una coalición opositora sólida no solo sería un movimiento estratégico inteligente, sino también un deber moral con el pueblo dominicano.
En última instancia, la ausencia de una alianza opositora para las elecciones presidenciales representa un fracaso de la política dominicana. Es un recordatorio contundente de la necesidad de dejar de lado los intereses partidistas y trabajar juntos por el bien común. Si no se rectifica esta situación, el costo político y democrático podría ser aún mayor en el futuro.
