Cuba un país detenido en el tiempo por su revolución

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Por Roberto Veras

SANTO DOMINGO, RD.- Estar en Cuba es como vivir en los años 60: una travesía que parece haberse detenido en el tiempo, una pesadilla que desafía el avance de la historia y se aferra a un régimen que ahoga la esperanza. Desde el exterior, el país puede parecer congelado en el pasado, pero para aquellos que lo habitan, la realidad es mucho más cruda, mucho más compleja.

Imagínate atrapado en una máquina del tiempo, transportado a una época donde comprar carne es un lujo, donde la simple adquisición de productos básicos se convierte en una odisea diaria. Sin embargo, lo más alarmante no es lo antiguo que parece todo, sino la cantidad de privaciones que enfrenta la gente, privaciones que muchos en el mundo exterior ni siquiera pueden imaginar.

Cuba, un país atrapado en las garras del comunismo en su forma más extrema, donde la calidad de vida se desploma hasta niveles de miseria. Se dice que Cuba es uno de los países más infelices del mundo, y no es difícil entender por qué. Las limitaciones impuestas a sus ciudadanos son asfixiantes; no es vivir, es sobrevivir bajo la sombra de una gran dictadura, una dictadura que ignora flagrantemente los Derechos Humanos.

La escasez se ha convertido en la marca registrada de Cuba. La gente lucha por encontrar productos básicos, no solo por el precio, sino porque a menudo ni siquiera están disponibles. Las tiendas con estantes vacíos son una vista común, un símbolo de un sistema fallido que no puede proveer incluso lo más esencial. Incluso acceder a medicamentos se ha convertido en una tarea titánica, obligando a muchos a recurrir al mercado negro, donde los precios elevados se combinan con la clandestinidad.

La superpoblación es otro desafío. El hacinamiento es la norma, con múltiples generaciones compartiendo espacios reducidos, con recursos limitados y oportunidades escasas. La electricidad es un bien preciado, a menudo esquiva, afectando gravemente la vida diaria de los ciudadanos. Y el transporte, un lujo reservado para unos pocos privilegiados, donde incluso un automóvil viejo y deteriorado es un símbolo de estatus, en un mundo donde en otros lugares ni siquiera se ven estos vehículos en circulación porque han sido relegados al pasado.

Cuba, una isla atrapada en el tiempo, donde el progreso se ha detenido y la esperanza ha sido cooptada por un régimen que se niega a dejar ir su control sobre la vida y el destino de su gente. Es hora de que el mundo abra los ojos a la realidad de Cuba, una realidad que clama por cambio, por libertad y por un futuro donde la opresión sea solo un recuerdo de un pasado oscuro.