Por Milton Olivo
Esta tradicional y cristiana semana de reflexión, llega entre las metrallas de la guerra de Ucrania, la tricolor indignación del caso Calamar, un calor capaz de derretir ilusiones, el coro de voces de los delatores, y la sociedad impactada por el nivel de atraco a que estaba sometida la patria.
Lo único positivo de toda esta situación local, es la esperanza de que este accionar contra la corrupción y la impunidad, sea el final de cinco siglos de robo institucionalizado al patrimonio nacional. Iniciado con la llegada de Cristóbal Colon.
Al ver a su padre llegando a su casa, sudado, con la gorra y bandera morada en las manos, su hijo le dice.. Padre, que ejemplo me está dando. ¿Es que tu quiere que yo de grande sea ladrón? Es lo que entiendo al verte apoyando confesos ladrones que traicionaron la confianza pública depositada en ellos. El padre, al escuchar su hijo, y verse observado por su mujer, quedó sin palabra.
Los Tainos, tenían cuatro mandamientos; No mentir. No robar. No ser Vago. Y respetar los mayores. La única ceremonia sangrienta que tradicionalmente ejecutaban, era matar el ladrón. Porque era un demonio que violaba los cuatros mandamientos.
Gran parte de las personas se han despojado de toda norma espiritual en su existencia cotidiana. Norma que manda a; “Amar a Dios por sobre todas las cosas”. Y hacer siempre por lo demás, lo que en igual circunstancia te gustaría hicieran por ti”. Y claro, no robar, ni matar.
Todo ha sido sustituido por buscar, tener más, para poder consumir más. Especie de vida de los cerdos en las pocilgas. De ahí no podemos sorprendernos, y ahí está la respuesta porque la sociedad, cada vez más asemeja una pocilga.
Reorientar este camino, y volver a los principios de nuestros próceres y héroes de todos los tiempos, es el desafío de las presentes generaciones. Donde el cambio, con Luis Abinader a la cabeza, está marcando con hechos, el camino a seguir.
El autor es Escritor y precandidato a Alcalde por SDE-PRM.